viernes, 18 de marzo de 2016

EL ARTE EN IMÁGENES (7)


EL ARTE EN IMÁGENES (6)


EL ARTE EN IMÁGENES (5)


EL ARTE EN IMÁGENES (4)


"LA EXPERIENCIA DE LO SAGRADO NO ES SINO UNA EXPERIENCIA DE UNIDAD"

Experiencias de lo sagrado 
más allá de la dualidad

Todo es sagrado en la creación divina, toda actividad humana es un acto de adoración

Autor: Hashim Cabrera 

Sagrado y profano son conceptos que surgen de una experiencia y una conciencia duales. La idea de lo sagrado que tiene trata de acotar ciertas parcelas de experiencia abiertas a la vida trascendente, junto a otras en las que lo trascendente está vedado en aras de lo pragmático, de lo materialmente objetivable y cuantificable.

No hay acciones sagradas y acciones profanas. La experiencia de lo sagrado no es sino una experiencia de Unidad. Delimitarla y concederle un espacio ‘frente’ o ‘junto’ a otra cosa, conceptualizarla, implica precisamente una ‘desacralización’, una manera de olvidar nuestra verdadera naturaleza. Todo es sagrado en la creación divina, toda actividad humana es un acto de adoración, todo ser humano puede acceder a su divinidad interior sin intermediarios, cualquier lugar puede ser un lugar de oración, toda expresión o acontecer puede llegar a ser vivida como lo que en realidad es: una señal divina que le muestra su trascendencia.

¿Está la ciencia contemporánea rozando o invadiendo el terreno de lo religioso? ¿Es concebible una experiencia de lo sagrado sin el concurso de las tradiciones religiosas?
¿Es el concepto de Gaia la concreción de una experiencia agnóstica de lo sagrado? ¿Qué importancia tiene ‘lo sagrado’ en la vida del ser humano contemporáneo? ¿Puede el ser humano de la sociedad de la información recobrar una dimensión comunicativa satisfactoria participando de una creciente cultura de la imagen? ¿Nos aboca el desarrollo de las tecnologías a una deshumanización irreversible? Y si no es así ¿Cómo puede desarrollarse una cultura humanista en el marco de un desarrollo creciente de la tecnología?

FUENTE: WEBISLAM

MIERCOLES DE CENIZA, INICIO DE LA CUARESMA

Miércoles de Ceniza: 
el inicio de la Cuaresma

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. 
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son: "Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida". "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás". "Arrepiéntete y cree en el Evangelio".

Origen de la costumbre 

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. 
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. 
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. 
La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.
Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos. 

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.) 
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia 

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración 

La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad. 

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente: 
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior. 
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios. 
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar. 

El sacrificio 

Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. 
"Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. (Mt 6,6)"

Conclusión

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección. 
Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.
En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.
Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.
El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Credo: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás. 
Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.


EL HOMBRE NUEVO DE BORIS MOURAVIEFF A TRAVÉS DE SU OBRA "GNOSIS"

El hombre nuevo y la renovación epocal 
en Boris Mouravieff (1890-1966)

por Gianrico Gualtieri

Traducción del italiano de José Antonio Hernández García

Boris Mouravieff nació en Cronstadt, en Rusia, el l8 de marzo de 1890. De su vida familiar, de su juventud y de sus estudios se sabe muy poco: un curriculum vitæ y algunas fotografías. En su curriculum, Mouravieff declara haberse graduado en la Escuela Superior de Marina y haber servido en las fuerzas navales del Mar Negro durante la Primera Guerra Mundial. En numerosos documentos suyos se encuentra, en efecto, el título de "Comandante". En 1920 abandona definitivamente Rusia, dejando tras de sí sus títulos y su fortuna familiar. Viaja por Constantinopla y Bulgaria antes de establecerse en París en 1924. Durante su prolongada estancia en Francia, se casa con una joven bailarina rusa, Larissa Bassova. Durante este período, Mouravieff trabaja como ingeniero en la rama de los combustibles, y consagra su tiempo libre a la investigación y el estudio de la historia rusa y la tradición esotérica.

Durante la Segunda Guerra Mundial es arrestado por la Gestapo, pero logra fugarse y en 1944 se refugia en Suiza. A partir de esta fecha, resulta más fácil reconstruir la historia de su vida hasta llegar a 1966, año de su muerte.

Después de haber dejado Rusia por Francia, Mouravieff recomienza su vida como historiador y profesor, y da muestras de una energía poco común. Trabaja primero en la Escuela de Estudios Superiores Internacionales, y después, a partir de 1955, enseña en la Universidad de Ginebra en calidad de libero docente, donde imparte cursos de historia rusa y de filosofía esotérica. Publica numerosos trabajos concernientes a sus dos materias predilectas --la historia rusa y el esoterismo-- y, finalmente, agotado por el trabajo, muere después de una crisis cardiaca el 28 de septiembre de 1966.

El trabajo principal de Mouravieff en el campo esotérico es Gnosis 1, obra compuesta en tres volúmenes en la que el autor expone los fundamentos de la tradición esotérica de la ortodoxia oriental, al menos por lo que se refiere a la parte teórica. Sus indagaciones, antes de ser redactadas en forma de tratado destinado a publicarse, fueron expuestas en el ámbito de sus cursos universitarios en la Universidad de Ginebra entre 1955 y 1958 con el título de Introducción a la filosofía esotérica según la tradición de la ortodoxia oriental. El curso, compilado para facilitar el mejor aprovechamiento de los estudiantes, comprende muchos elementos que están ausentes o apenas se esbozan en el texto de Gnosis.

El propósito del presente artículo es proporcionar una exposición articulada -aunque sumaria- de los contenidos específicos de la doctrina de la Gnosis. Nos proponemos, además de dar algunas indicaciones sobre la vida y el pensamiento de Mouravieff, delinear brevemente algunos temas que pueden constituir -eso esperamos- otras tantas pistas válidas de lectura que puedan servir de algo más que solo de instrumentos críticos.

El problema del hombre nuevo

Ya se han expresado algunas ideas centrales en el pensamiento de Mouravieff, que aparecen también -de forma paralela- en el campo de sus estudios histórico-políticos, y que resultan esenciales para comprender el espíritu y los propósitos de su trabajo. Mouravieff estaba convencido de que la humanidad había llegado al punto de un cambio de época; por esto la idea de la Tradición se inserta en el fondo del problema sobre el sentido de la historia y sobre el significado del momento actual:

«el problema del Hombre Nuevo, señalado ya en los inicios del siglo XX, adquiere hoy toda su importancia. Y esto es así porque la sociedad humana se encuentra ante un umbral2 desmesurado respecto de la historia precedente. La Nueva Era, que es inminente por el progreso y por la técnica, se preanuncia muy distinta al período actual tanto como éste lo es del Medioevo. Existe, no obstante, una línea común en estos períodos de transición: es el problema de la creación de una nueva elite»3.

Esta es la temática que aborda de manera más específica en el artículo Le problème de l'Homme Nouveau4. Los cambios de la elite dirigente en el Medioevo concluyen en la época de la Enciclopedia, precisa Mouravieff, y se producen en función de la aparición de un nuevo tipo de hombre: el intelectual u hombre de ciencia.

El tipo de hombre de la elite que se creó al inicio de la época moderna -prosigue Mouravieff- se caracteriza por la potencia intelectual, y está bien representado por un personaje como Descartes y, más tarde, por los enciclopedistas franceses. Dotado más bien de un escaso sentido práctico, este "hombre nuevo" ha orientado sus esfuerzos hacia la ciencia aplicada y ha conducido a Europa a la revolución industrial, en cuyo ápice destaca la explotación de la energía atómica.

Al igual que el caballero medieval en su tiempo, el "tecnócrata" de hoy, rebasado por los acontecimientos, debe resignarse a ceder el paso a un nuevo tipo de hombre. Y aquí aparece el nudo problemático de la cuestión. Mouravieff sostiene que el gran peligro de nuestros tiempos consiste en el inmovilismo del pensamiento sobre el plano moral. Casi sin percatarse del todo, el hombre contemporáneo cree poder afrontar y resolver todos los problemas de hoy y de mañana con los métodos utilizados en el siglo diecinueve. De este modo, no toma en cuenta las enormes modificaciones producidas en su tiempo en todos los ámbitos.

Comentando una profecía de San Pedro5, Mouravieff piensa que el futuro de la humanidad puede ser o diabólicamente catastrófico (si avanzamos hacia al encuentro del cataclismo previsto por el apóstol) o, bien, divinamente creativo y susceptible de dar lugar a "los nuevos cielos y a una nueva tierra donde habitará la verdad".

El mundo antiguo había puesto bajo la égida de la Filosofía a la Religión y a la Ciencia. Por decirlo de algún modo, estaba "filosofizado". El espíritu de este tipo de hombre, esencialmente contemplativo, no buscaba ahorrar tiempo ni dinero.

El Medioevo, bajo la égida de la Religión, "religionizó" la Filosofía y la Ciencia. Y finalmente, en la época moderna, les tocó a la Religión y a la Filosofía ser "cientifizadas".

El Arte se distingue de la Filosofía, de la Ciencia y de la Religión por su capacidad de comprender todo sin deformarlo. Y lo propio de la época que está bajo la égida del Arte es que las otras tres actividades humanas sean llamadas a realizarse plenamente asumiendo sus formas naturales, sin restricciones ni hipertrofias, y armonizándose y complementándose una con la otra. La ética estará basada en la estética.

Empero, esto exige que la nueva elite dirigente del mañana sea integrada por superhombres, en el mismo sentido en que los "tecnócratas" de hoy podrían parecer superhombres a los hombres del Medioevo. El tecnócrata ha desarrollado facultades latentes que permanecían en estado embrionario en el caballero medieval.

De manera análoga, en la elite de hoy existen facultades latentes que, adecuadamente desarrolladas, servirán a la formación del Hombre Nuevo.

Tradición y renovación

¿Cuál es el rol de la Tradición en el marco del previsto cambio epocal?

El hecho es que -dice Mouravieff- el hombre llamado a resolver los problemas actuales y futuros deberá necesariamente poseer un conocimiento más profundo de la naturaleza humana capaz de revelarle al hombre real, distinto del hombre abstracto e impersonal que generalmente es objeto de estudio.

En suma, los nuevos problemas hacen necesario ritualizar una antiquísima prescripción: conócete a ti mismo. La Tradición estudiada en Gnosis -Gnosis -explica brevemente Mouravieff- tiene su fuente en el antiguo Egipto. Los elementos de tal tradición, que en la antigüedad solamente se habían revelado durante los misterios y en el más absoluto secreto, pasaron de Egipto a Judea por medio de Moisés, y a Grecia a través de Orfeo y Pitágoras. La predicación de los apóstoles funde estas dos corrientes en el Imperio de oriente, y a partir del cual la Tradición se difunde hacia Rusia y hacia Europa occidental. Y es así como junto a los centros del Monte Athos, de la Optima Poustyne y de los Solovkis en el norte de Rusia, tuvimos en Europa centros como el Monte Saint-Michel, Monte Cassino y muchos otros.

Y es en los textos de la Tradición oriental en los que se basa el estudio propuesto por Mouravieff en su obra Gnosis, tal y como lo precisa en el prefacio al volumen I:

«La Tradición esotérica cristiana se basa en el Canon, en el Rito, en el Menologio y, finalmente, en la Doctrina. Esta última es un conjunto de reglas, de tratados y de comentarios debidos a los doctores de la Iglesia ecuménica. Estos textos han sido reunidos en gran parte en una compilación titulado Philocalia6. A esto es necesario añadir los escritos aislados de autores antiguos y modernos, religiosos y laicos.
La mayor parte de los textos de la Philocalia son extractos escritos por personas que poseían ya cierta cultura esotérica. Otro tanto se puede decir de algunos aspectos de los textos del Canon, incluidos los Evangelios. Es necesario notar que, al dirigirse a todos, estos textos no pueden tener en cuenta la capacidad de nadie en particular. Por esto, el obispo Teofanio el Eremita insiste -en el prefacio a la Philocalia, - en el hecho de que nadie7 puede, sin ayuda, llegar a penetrar la Doctrina. Y es por esto que la ciencia esotérica conserva y cultiva, además de las fuentes escritas, una Tradición oral que vivifica la Letra. La ortodoxia oriental supo conservar intacta esta Tradición, en particular aplicando la regla absoluta del hermetismo. De generación en generación, desde la época de los Apóstoles, ha conducido a sus discípulos hacia la experiencia mística».8

Los estudios esotéricos proporcionaron al hombre los instrumentos para responder a las interrogantes sobre el sentido de la vida y de la sociedad humana en la época actual. En el ámbito esotérico, el tiempo de las búsquedas particulares y de la búsqueda de las finalidades individuales ha comenzado definitivamente. Sin sentirlo, el esoterismo se ha vuelto una esfera de dominio público, y los estudios esotéricos prácticos en lo futuro deberán tomar en cuenta esta situación y contribuir a una renovación significativa en la vida del hombre.

Hacia el segundo nacimiento

Y si la principal facultad de la actual elite dirigente -la intelectual- es su capacidad de calcular y combinar, la principal facultad del Hombre Nuevo será su capacidad de distinguir espontáneamente, sin testimonios ni pruebas, lo verdadero de lo falso, la verdad de la mentira. La nueva cultura, cuyo portador es el Hombre Nuevo, comprenderá toda la experiencia milenaria de la humanidad así como nuevas facultades que, hasta hoy, no se han manifestado mas que esporádica y parcialmente, y que se mantienen sin ninguna aplicación práctica bajo la actual organización de la sociedad humana. El hombre de elite del mañana habrá "nacido dos veces", de acuerdo con las célebres palabras que le dijo Jesús a Nicodemo9.

En nuestro período de transición, la solución al problema del Hombre Nuevo implica la aportación positiva de la Gnosis al la instauración progresiva del régimen del "romance único", que debe sustituir al "romance libre" propio del ciclo que llega a su fin. Así, el problema actual del Hombre es conducirlo de nuevo al Andrógino, estado límite de la conciencia humana que corona los esfuerzos de los discípulos y que triunfa finalmente con su segundo nacimiento.

Y puesto que cualquier nacimiento está vinculado a la relación de amor entre dos sexos, así también el Hombre Nuevo será el resultado de una concepción distinta del Amor y del modo de entender la relación amorosa, sobre la que se basará una evolución significativa del tema del romance y de sus correlativos significados esotéricos que se esconden detrás de la conocida expresión "alma gemela":

«Según la Tradición, la evolución humana, después de una largo período prehistórico, prosigue una sucesión de tres ciclos: Ciclo del Padre, que la historia sólo conoce parcialmente; Ciclo del Hijo, que está llegando a su fin; y, por último, el Ciclo del Espíritu Santo, al que actualmente estamos llegando.

La antropología establece la aparición del homo sapiens fossilis hace unos cuarenta mil años. La vida se caracterizaba entonces por el matriarcado derivado del sistema de matrimonio colectivo. Hace aproximadamente catorce mil años, con la aparición del homo sapiens recens, el régimen de la gens matriarcale cedette gradualmente il posto a quello della gens patriarcal, cede gradualmente su puesto a la gens patriarcal, caracterizada por la poligamia. A pesar de que fue un avance, este sistema ahora es señalado por su bestialidad, pues la mujer quedó reducida a la condición de mercancía viviente. Esto no obstante a la antigua tendencia que prevaleció por más tiempo. Aristóteles lo testimonia cuando describe la actitud de la clase rica de su tiempo respecto del problema de la mujer. Se mantuvo -nos dice- a la esposa legítima para producir ciudadanos de acuerdo con la ley, a la cortesana para el placer y, finalmente, a la concubina para el uso cotidiano. Tal concepción reducía el amor a una posición mínima.

Jesús introduce en las relaciones humanas algo que era prácticamente desconocido antes de él. Sustituye la ley de la jungla: ojo por ojo, diente por diente10, por un nuevo mandamiento: amaos los unos a los otros11.

Esto produjo una revolución en las relaciones entre el hombre y la mujer: se introdujo el amor a la vida social. La "mercancía" de otros tiempos obtuvo derecho de ciudadanía. Cierto: no de manera inmediata ni integral. El principio del amor fue establecido todavía como una elección recíproca. Fue la revelación del romance.

El romance, mediante el cual la sociedad cristiana vivía el principio de la elección recíproca, alcanzó su apogeo en el Medioevo. A pesar de la declinación que ha sufrido desde entonces, y a pesar de la tendencia actual de retorno a la forma regresiva de las relaciones entre los sexos, el romance permanece como el ideal declarado de nuestra sociedad. De esta forma, no resulta apropiado hablar de la muerte del romance. Porque en silencio se prepara una revolución para sustituir el libre enamoramiento de la era cristiana por el romance único, privilegio de la era del Espíritu Santo. Liberado de la servidumbre de la procreación, el romance del mañana está llamado a cimentar la unión indisoluble de dos seres estrechamente polares, unión que asegurará su integración en el seno de lo Absoluto. A propósito de esto, al apóstol San Pablo dice: en el Señor, la mujer no puede ser sin el hombre, ni el hombre sin la mujer12.

La visión de tal romance obsesiona a los más grandes espíritus del milenio. Allí se reencuentra el amor platónico, fundamento del romance único, el de los mitos del Andrógino, de Orfeo y Eurídice, de Pigmalión y Galatea... y la aspiración del corazón humano que, en secreto, clama desde su profunda soledad. Este romance constituye el propósito esencial del trabajo esotérico. De eso se trata el amor que unirá al hombre con ese ser único para él, la Mujer-Hermana13, gloria del hombre, así como él mismo será gloria de Dios14. Iluminados por la luz del Tabor, que hace de los dos algo único, veremos entonces fluir el Amor verdadero, transfigurante, vencedor de la Muerte.

El Amor es el Alfa y Omega de la vida. El resto sólo tiene un significado secundario. El hombre nace con el Alfa. El propósito del presente trabajo es indicar el camino que conduce hacia el Omega.»

Estos significados y otros deben salir a la luz. La Tradición esotérica, como un río subterráneo, contiene esta sabiduría a través de los siglos, mientras en la superficie impera la anarquía del hombre. Es tiempo -añade Mouravieff- de que esta sabiduría antigua abandone las celdas de los monjes y sea enseñada en la universidad, con la finalidad de que la nueva elite pueda formarse lo más rápido posible, para realizar la segunda alternativa de la profecía de San Pedro: «Esperamos, según su promesa, los cielos nuevos y la tierra nueva, en la cual habitará la verdad»15.

Libros de Boris Mouraieff

Historia política y diplomática

L'histoire de Russie mal connue.
Le Testament de Pierre le Grand, légende et réalité. Neuchâtel, La Baconnière.
Le Problème de l'Autorité super-étatique, Neuchâtel, La Baconnière.
L'Histoire a-t-elle un sens ? «La Revue suisse d'Histoire», t. IV, fasc. 4.
L'Alliance russo-turque au milieu des guerres napoléonniennes, Neuchâtel, La Baconnière (Diplôme des Hautes Etudes Internationales).
Sainte-Sophie de Constantinople, Bruxelles, revue «Synthèses», n. 167.
La Monarchie russe, Paris, Payot.

Obras no publicadas

La Question d'Orient des temps antiques à la fin da XVIIIe siècle.
De l'Origine du peuple russe, les Russes sont-ils des Scythes ?

Filosofía esotérica

Le Problème de l'Homme nouveau, Bruxelles, revue «Synthèses», n. 126-127.
Liberté, Egalité, Fraternité, Bruxelles, revue «Synthèses», n. 129.
Gurdjieff, Ouspensky et les Fragments d'un Enseignement inconnu, Bruxelles, revue «Synthèses», n. 138.
Le Substantiel et l'Essentiel, Bruxelles, revue «Synthèse», n. 144.
Les Croyances slaves préchrétiennes, Bruxelles, revue «Synthèses», n. 161.
Gnôsis, études et commentaires sur la Tradition ésotérique de l'Orthodoxie orientale, T. I (ciclo exoterico), Paris, La Colombe, 1961.
Gnôsis, T. II (ciclo mesoterico), Paris, La Colombe, 1963.
Gnôsis, T. III (ciclo esoterico), Neuchâtel, La Baconnière, 1972.

Obras parcialmente publicadas

L'art de vaincre. Les Stromates. Recueil de notes sur l'enseignement chrétien ésotérique, Centre d'études chrétiennes ésotériques, Genève, 1966 (obra interrumpida por la muerte del autor).

Notas

1- Volúmenes I y II París, La Colombe, 1961 y 1962; volumen III, Neuchâtel, Ed. La Baconnière, 1972.
Los tres volúmenes de Gnosis se subdividieron de acuerdo con un esquema gradual que, si por un lado corresponde a la estructura misma de la enseñanza esotérica, por el otro refleja el sistema adoptado por la instrucción escolástica ordinaria.
El primer libro, Ciclo Exotérico (volumen I de Gnosis) corresponde a la enseñanza elemental y su propósito es proporcionar al discípulo los instrumentos de trabajo.
El segundo libro, Ciclo Mesotérico (volumen II de Gnosis), corresponde a la enseñanza de la escuela media inferior, y tiene por objeto proporcionar al discípulo -que ya ha asimilado a su vez el Ciclo Exotérico- un mínimo de elementos que pueden constituir una base sólida para el desarrollo ulterior de su cultura general esotérica. Con este libro se consigue un diploma de liceo o de madurez que permite acceder a los estudios superiores, estadio que exige una participación activa del estudiante.
El tercer libro, el Ciclo Esotérico propiamente dicho (volumen III de Gnosis), corresponde a los estudios universitarios y, como éstos, es siempre muy especializado. Al igual que la ciencia, el esoterismo comprende diversos sectores, diversas ramificaciones del Conocimiento. 
2- Seuil n el texto francés, N. d. T. 
3- Introducción a la filosofía esotérica según la tradición de la ortodoxia oriental, Ginebra, 1958-59, página introductoria. 
4- Extracto de la revista Synthèses, Bruselas, nov.-dic. 1956, año XI, n. 126-127. 
5- II Pedro, III, 10. 
6- Edición en lengua rusa, 5 volúmenes en cuarto, publicados bajo la dirección de obispo Teofanio el Eremita del convento de San Pantaleón del Monte Athos. 
7- Subrayado en el texto original. 
8- Gnosis, vol. I, pág. 14. 
9- Juan, III, 3. 
10- Éxodo, XXI, 24; Deuteronomio, XIX, 21; Levitico, XXIV, 20.
11- Juan, XIII, 34; ibid., XV, 12; I Juan, III, 11. 
12- I Corintios, XI, 11. 
13- Ibid., IX, 5. 
14- Ibid., XI, 7. 
15- II Pedro, III, 13. 

Gianrico Gualtieri

FRAY LEONARDO BOFF PROPONE UN SABER CON CORAZÓN

Una cultura cuyo centro es el corazón

Nuestra cultura, a partir del llamado siglo de las luces (1715-1789) aplicó de forma rigurosa la comprensión de René Descartes (1596-1650) de que el ser humano es “señor y maestro” de la naturaleza y puede disponer de ella a su antojo. Confirió un valor absoluto a la razón y al espíritu científico: Lo que no consigue pasar por la criba de la razón, pierde legitimidad. De aquí se derivó una severa crítica a todas las tradiciones, especialmente a la fe cristiana tradicional.

Con esto se cerraron muchas ventanas del espíritu que permiten también un conocimiento sin que pase necesariamente por los cánones racionales. Ya Pascal notó ese reduccionismo hablando en sus Pensamientos de la logique du coeur (“el corazón tiene razones que desconoce la razón”) y del esprit de finesse, que se distingue del esprit de géométrie, es decir, de la razón calculadora e instrumental analítica.

Pero lo más marginado y hasta difamado fue el corazón, órgano de la sensibilidad y del universo de las emociones, bajo el pretexto de que atropellaría “las ideas claras y distintas” (Descartes) del mirar científico. Así surgió un saber sin corazón, pero funcional al proyecto de la modernidad, que era y sigue siendo el de hacer del saber un poder, un poder como forma de dominación de la naturaleza, de los pueblos y de las culturas. Esa fue la metafísica (la comprensión de la realidad) subyacente a todo el colonialismo, al esclavismo y eventualmente a la destrucción de los diferentes, como las ricas culturas de los pueblos originarios de América Latina (recordemos a Bartolomé de las Casas con su Historia de la destrucción de las Indias).

Curiosamente toda la epistemología moderna que incorpora la mecánica cuántica, la nueva antropología, la filosofía fenomenológica y la psicología analítica han mostrado que todo conocimiento viene impregnado de las emociones del sujeto, y que sujeto y objeto están indisolublemente vinculados, a veces por intereses ocultos (J. Habermas).

A partir de tales constataciones y con la experiencia despiadada de las guerras modernas se pensó en rescatar el corazón. Al fin y al cabo, en él reside el amor, la simpatía, la compasión, el sentido del respeto, la base de la dignidad humana y de los derechos inalienables. Michel Mafessoli en Francia, David Goleman en Estados Unidos, Adela Cortina en España, Muniz Sodré en Brasil y tantos otros por todo el mundo, se han empeñado en rescatar la inteligencia emocional o la razón sensible o cordial. 

Personalmente estimo que frente a la crisis generalizada de nuestro estilo de vida y de nuestra relación con la Tierra, sin la razón cordial no nos moveremos para salvaguardar la vitalidad de la Madre Tierra y garantizar el futuro de nuestra civilización.

Esto que nos parece nuevo y una conquista –los derechos del corazón–, era el eje de la grandiosa cultura maya en América Central, particularmente en Guatemala. Como no pasaron por la circuncisión de la razón moderna, guardan fielmente sus tradiciones, que vienen a través de las abuelas y los abuelos a lo largo de generaciones. Su principal texto escrito, el Popol Vuh, y los libros de Chilam Balam de Chumayel testimonian esa sabiduría.

Participé muchas veces en celebraciones mayas con sus sacerdotes y sacerdotisas. Se hace siempre alrededor del fuego. Comienzan invocando al corazón de los vientos, de las montañas, de las aguas, de los árboles y de los antepasados. Hacen sus invocaciones en medio de un incienso nativo perfumado que produce mucho humo.

Oyéndolos hablar de las energías de la naturaleza y del universo, me parecía que su cosmovisión era muy afín, guardadas las diferencias de lenguaje, a la de la física cuántica. Todo para ellos es energía y movimiento, entre la formación y la desintegración (nosotros diríamos: la dialéctica del caos-cosmos) que dan dinamismo al Universo. Eran eximios matemáticos y habían inventado el número cero. Sus cálculos del curso de las estrellas se aproximan en muchas cosas a lo que nosotros con los modernos telescopios hemos alcanzado.

Bellamente dicen que todo lo que existe nació del encuentro amoroso de dos corazones, el corazón del Cielo y el corazón de la Tierra. Esta, la Tierra, es Pacha Mama, un ser vivo que siente, intuye, vibra e inspira a los seres humanos. Estos son los “hijos ilustres, los indagadores y buscadores de la existencia”, afirmaciones que nos recuerdan a Martin Heidegger.

La esencia del ser humano es el corazón que debe ser cuidado para ser afable, comprensivo y amoroso. Toda la educación que se prolonga a lo largo de la vida consiste en cultivar la dimensión del corazón. Los Hermanos de la Salle tienen en la capital Guatemala un inmenso colegio –Prodessa– donde jóvenes mayas viven en internado, bilingüe, donde se recupera y se sistematiza la cosmovisión maya al mismo tiempo que asimilan y combinan saberes ancestrales con los modernos, ligados especialmente a la agricultura y a relaciones respetuosas con la naturaleza.

Me complace terminar con un texto que una mujer maya sabia me pasó al final de un encuentro sólo con indígenas mayas: “Cuando tienes que escoger entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien escoge el camino del corazón nunca se equivocará” (Popol Vuh).

FUENTE: LA PÁGINA DE LEONARDO BOFF EN KOINONÍA

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