viernes, 30 de octubre de 2015

EL PASTORCITO - POEMA DE SAN JUAN DE LA CRUZ

EL PASTORCITO

Poema de San Juan de la Cruz

Jesucristo es el Buen Pastor, que con su muerte en el madero nos ha abierto las puertas de la vida eterna, nos ha hecho entrar en los pastos eternos. 
Suele representarse al Buen Pastor con la oveja a hombros, ya desde las primitivas catacumbas cristianas. Una imagen bucólica se ha tomado como logotipo del Catecismo de la Iglesia Católica. 

EL PASTORCITO

I

Un pastorcico solo está penado
ageno de plazer y de contento
y en su pastora puesto el pensamiento
y el pecho del amor muy lastimado.

II

No llora por averle amor llagado
que no le pena verse así affligido
aunque en el coraçón está herido
mas llora por pensar que está olbidado.

III

Que sólo de pensar que está olbidado
de su vella pastora con gran pena
se dexa maltratar en tierra agena
el pecho del amor muy lastimado!

IV

Y dize el pastorcito: ¡Ay desdichado
de aquel que de mi amor a hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia
y el pecho por su amor muy lastimado!

V

Y a cavo de un gran rato se a encumbrado
sobre un árbol do abrió sus braços vellos
y muerto se a quedado asido dellos
el pecho del amor muy lastimado.


LOS CRISTIANOS "HOMBRES SIN PATRIA NI TRADICIONES" - CELSO DE ALEJANDRÍA

"HAY UNA NUEVA RAZA DE HOMBRES...: 
SON LOS CRISTIANOS"

"Hay una nueva raza de hombres nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, asociados entre sí contra todas las  instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente cubiertos de infamia, pero autoglorificándose con la común execreción: son los Cristianos." (Celso; "El Discurso Verdadero Contra los Cristianos" Pág.11 Alianza Editorial; Madrid 1988)

Así comienza, hacia el año 178 d.c., "El Discurso verdadero contra los Cristianos", una obra escrita por el filósofo griego Celso de Alejandría, que será el fundamento ideológico de algunas de las mas duras persecuciones contra los creyentes en Jesús de Nazaret que se sucederán en los años siguientes.


"ALEXÁMENO ADORA A SU DIOS" - EL GRAFITO BURLESCO CONTRA LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Alexámeno adora a su dios

Esta imagen es un grafito burlesco de finales del siglo II d.C. encontrado en una escuela de pajes anexa al palacio de Nerón. Representa a un cristiano llamado Alexámeno adorando a un crucificado con cabeza de burro: Los paganos se escandalizaban de que los cristianos adoraran a a un crucificado, pues la cruz era la muerte más vil, reservada sólo para esclavos y para los mayores criminales.
Debajo de la imagen está escrito “Alexámeno adora a su Dios” y cerca alguien escribió -quizá el mismo Alexámeno del que se querían burlar- “Alexámeno fiel”.



Alexámeno debió de ser un alumno cristiano de esta escuela y sufría las burlas de sus compañeros paganos.
Los cristianos eran vistos como gente extraña, que odiaban al género humano en palabras de Tácito, ya que tenían costumbres distintas: no abandonaban a los niños que no querían, adoraban a un crucificado, comían la carne de ese crucificado…, en definitiva gente supersticiosa y extraña, diferente al resto de la sociedad.
Pongo a continuación las acusaciones que se hacían a los cristianos en la época del grafito (siglo II): El orador y retórico Marco Cornelio Fronto (100-170 d.C.) fue el profesor del emperador Marco Aurelio y después su corresponsal; criticó a los cristianos en un discurso que no se ha conservado, pero han quedado fragmentos en el Octavio de Minucio Félix, un diálogo entre el pagano Cecilio y el cristiano Octavio escrito en el año 197 y que buscaba refutar acusaciones como las que recoge Eusebio de Cesarea de banquetes de Tiestes [comerse a los propios hijos] e incesto, y cosas de las que no deberíamos hablar ni pensar, o incluso creer que tales cosas pudieran suceder entre seres humanos (Historia eclesiástica V.1.14); decía Fronto que los cristianos son iniciados con la carne y la sangre de un niño, y en la oscuridad y sin ningún pudor todos ellos se mezclan con todos [una orgía a oscuras] (IX). Además existía la acusación de que en nuestras reuniones se da el incesto (XXXI). San Justino, que fue martirizado en esta época (165), también menciona esos hechos fabulosos y vergonzosos –el apagar la lámpara y tener relaciones sexuales promiscuas y el comer carne humana- (Primera Apología, I.26), calumnias que provocaban miedo y hostilidad, además de castigos brutales.
Fronto también afirmaba que la religión de los cristianos es estúpida, puesto que adoran a un crucificado e incluso el mismo instrumento de su castigo [la cruz]. Se dice que adoran la cabeza de un burro e incluso la naturaleza del padre de ellos (Octavio, IX).
El grafito representa en una caricatura burlesca las calumnias y acusaciones infundadas de que eran objeto los primeros cristianos: como decía San Justino por culpa de esas calumnias la gente tenía miedo y los perseguía, además de burlarse de ellos en dibujos. Con la aberración de las fotos de Extremadura se han repetido unos cuantos siglos después los episodios del siglo II: las calumnias y el desconocimiento (pero ahora injustificables) han llevado a la ofensa más vil y aberrante que pudiéramos imaginar, peor que la de dibujar a Cristo con cabeza de burro.
Para comprender mejor el impacto de la fe cristiana y la novedad que supuso en el Imperio romano podéis leer “El testamento del pescador”, de César Vidal (Martínez Roca).

FUENTE: EL TESTAMENTO DEL PESCADOR

LA INTERIORIDAD EN EL FILÓSOFO ESTOICO POSIDONIO DE APAMEA

La estructura de la interioridad humana según Posidonio de Apamea

por José Rey de Castro (*)

Al contemplar desde nuestra lejanía temporal a los distintos protagonistas de la historia del pensamiento es necesario tener presente que la distancia en el tiempo es mitigada por la profunda comunión en lo que podríamos llamar la experiencia de ser humano. Siempre podrán cosecharse frutos al retroceder mentalmente en el tiempo para indagar en la vida de un personaje, al comprender su esquema de pensamiento, las ideas que motivaron su esfuerzo por buscar la verdad y la entrega de su vida a este fin. En el escenario histórico, las vidas de sus actores, conforme a la importancia de su obra, van dejando huellas más o menos profundas.
Más allá de sus representantes concretos, el estoicismo imprimió marcas significativas en el pensamiento filosófico occidental. La figura de Posidonio de Apamea aparece como un personaje importante de este movimiento filosófico, una pieza clave que no debe pasar desapercibida.
Desde los albores de la filosofía nos encontramos con hombres que, inquietos por conocer más acerca de su propia naturaleza, tratan de sondear las profundidades del alma humana, encontrándose con un riquísimo depósito de significados y valores. Uno de los medios que estos exploradores de la psiqué utilizaron para realizar sus travesías por la interioridad humana fue el trazado de mapas.
Buscar trazar un mapa de la interioridad humana nos obliga a plantearnos una concepción del hombre que sea nuestro punto de partida y nos permita realizar esta empresa con éxito. Para los pensadores estoicos en general 1 , el punto de partida es una concepción dualista, donde se distingue con claridad el alma del cuerpo, y donde, con diversos matices, se le da al cuerpo una valoración negativa con respecto al alma. El vínculo entre alma y cuerpo se puede entender —dependiendo del contexto filosófico o religioso— como algo positivo, como un acontecimiento negativo que tiene que enfrentarse, como un hecho natural o como un yugo del cual liberarse.
El punto de partida de este trabajo es la visión del alma como unidad y multiplicidad al mismo tiempo, en el sentido de una unidad real que incluye dimensiones verdaderas que permiten hablar de elementos diferenciados en su interioridad que son la base para el desarrollo de sus diversas facultades (δυνἀμεις).
Desde el marco que hemos escogido como fundamento para nuestro estudio, debemos reconocer la existencia de una gran diversidad de modos de entender esta multidimensionalidad presente en el alma humana. En ella se enmarcan distinciones entre lo superior e inferior, lo evidente y lo oculto, lo profundo y lo superficial, etc.
Teniendo como contexto histórico-cultural el advenimiento de cambios profundos en la cosmovisión helénica, el resurgimiento de la ética y de nuevas propuestas religiosas, es un hecho incuestionable que se manifiesta un especial traslado del foco de reflexión hacia el hombre mismo, buscando encontrar respuestas que le permitan satisfacer sus anhelos de felicidad y de trascendencia. Necesitamos tomar en cuenta este contexto para una comprensión adecuada del desarrollo de la filosofía en el siglo II a.C. Es una época en la que se entiende que el sustento de los postulados éticos debe encontrarse a partir de la comprensión del alma humana.
Este artículo tiene como objeto adentrarse en el pensamiento de Posidonio de Apamea. Para él, la importancia del estudio del alma radica en la necesidad de controlar la mente y las pasiones, temática muy relacionada con la filosofía estoica que profesaba, pero con impostaciones particulares que lo convierten en un pensador singular dentro de esta corriente filosófica y en una decisiva señal en el camino de la filosofía estoica, después de la cual ésta no volvería a ser la misma.


Apuntes biográficos

Posidonio nació en Apamea, ciudad de Siria, aproximadamente hacia el año 135 a.C. Apamea se encontraba entonces dentro del amplio marco de la cultura helénica. Siria era por entonces un área fecunda de pensamiento y espiritualidad. A temprana edad viajó a Atenas para recibir su educación superior y estuvo bajo la tutela de Panecio 2 , iniciador del llamado estoicismo greco-romano. Las ideas de este filósofo calarían muy hondo en Posidonio, hasta el punto de convertirlo en un convencido seguidor de su maestro.
Posidonio es recordado por los numerosos viajes que realizó y por el saber enciclopédico que adquirió a lo largo de sus casi noventa años de vida. Se dice que, además de filosofía, enseñaba meteorología, etnología, astronomía, psicología, física e historia.
Movido por su particular interés en la cultura helena, decide mudarse a Rodas 3 , donde se dedica a la enseñanza de la filosofía. Nunca retornó a su ciudad natal. Su escuela fue muy famosa. Muchos romanos iban allí para terminar sus estudios; personajes como Pompeyo y Cicerón fueron alumnos de su escuela. Y el pensamiento de Posidonio deja sentir su influencia no sólo en el estoicismo, sino también en el desarrollo científico, histórico y filosófico en general.

La estructura del ser humano

Según Posidonio, la estructura básica del ser humano está compuesta por dos principios, uno inmaterial y otro material. Entre los estoicos, el cuerpo no tenía muy buena reputación, y Posidonio, como parece ser por lo que consigna Séneca en una de sus Epístolas 4 , no era ajeno a este pensamiento y consideraba que la carne —el cuerpo— «sólo sirve para la recepción de alimento». Se puede constatar desde esta visión el influjo de rasgos platonizantes que aparecen en diversas manifestaciones del pensador sirio. Sin embargo, por lo que iremos viendo en los distintos acápites posteriores, bien podría tratarse de un elemento que es parte de lo que sería una distinta concepción que reconoce el concurso o intervención del cuerpo en realidades propias de la psiqué.

El elemento rector

Por lo que se encuentra en los fragmentos, Posidonio pensó en la existencia de un elemento rector o gobernante, que estaría por sobre el alma y el cuerpo. Este tercer elemento sería de carácter inmaterial y se relacionaría directamente con un principio divino presente en el ser humano. 
Se trata de un elemento activo que tiene la función de darle unidad al ser. Al referirse a la causa de las emociones (παθῶν), que es la misma que la causa de la infelicidad y de la inconsistencia de la vida, sostenía que ésta era «el no seguir en todo a lo divino (δαίμονι) de uno mismo, el cual nos es connatural y tiene una naturaleza análoga al principio divino que gobierna todo el universo, pero del que algunas veces se desvía y se es arrastrado por lo que es peor y semejante a la bestia» 5 . Posidonio está convencido de que sólo pueden ser felices quienes no son dominados por las emociones y son guiados por la razón, que está vinculada con lo divino.
Este tercer elemento, que está en la parte más interior del ser humano, es distinto al plano de la psiqué e interactúa de maneras diversas con el cuerpo. ¿Se trataría tal vez de aquella scintilla o dimensión superior de que se hablará con frecuencia en la mística cristiana? 6 .
También llama la atención en estas palabras de Posidonio la presencia de un elemento sobrenatural muy ligado a la naturaleza humana, desde sus raíces. Además, existe para el hombre un horizonte de felicidad y consistencia, fundados en el ejercicio y dominio de la capacidad racional por sobre lo no racional y animal. Esto marca una diferencia importante con respecto a otros pensadores estoicos como Crisipo 7 y sus seguidores, que desprecian el principio divino que reconoce Posidonio e ignoran así que el dejarse llevar por la irracionalidad es lo que causa las emociones. Posidonio y Crisipo tienen visiones diferentes de lo que significa vivir de acuerdo a la naturaleza.
La afirmación de una superioridad del elemento sobrenatural sobre lo corpóreo y lo psíquico puede fundamentarse no sólo en las mismas referencias hechas por Posidonio en el fragmento 187A, sino también en otros textos en los que muestra cómo existe un elemento agente racional, que es divino, y rige al elemento material paciente 8 . Al analizar la estructura del alma veremos cómo es difícil negar la presencia de este principio espiritual en el hombre.
Completando el sistema básico de Posidonio, el punto central del alma será el principio racional que debe gobernar los elementos no racionales del alma y controlar el cuerpo. Ello explica el fuerte acento en la educación de la razón como el medio para alcanzar la sabiduría —sinónimo de perfección humana— y librarse del dominio de lo irracional. Esto “irracional” correspondería a la parte de las vivencias o impulsos interiores que no pasan por el tamiz de la razón, o se rebelan contra ella.
El que para Posidonio el criterio de verdad 9 sea la recta razón 10 no sólo denota el protagonismo de la razón, sino también deja entrever una doctrina del conocimiento de carácter aristotélico, es decir, realista.


Naturaleza del alma

Macrobio recoge en El comentario de Cicerón de los sueños de Escipión que Posidonio piensa que el alma del mundo —Dios— es forma (idea). Aunque Macrobio usa la palabra latina idea esto no implica que necesariamente se traduzca por forma y manifieste un concepto platónico, como se puede constatar en el fragmento 139.
El sentido que parece darle Posidonio a este término va más en la línea de una entidad intermedia entre lo material y lo inmaterial —en el esquema platónico serían las entidades matemáticas—, que goza de la permanencia de lo inteligible pero que también tiene la pasividad de lo perceptible. Bajo esta interpretación, en base a Plutarco 11 , incluso cabría una intelección de influjo aristotélico, donde Posidonio estaría expresando a través de una aporía la inmanencia del alma, además de la trascendencia que destaca la escuela platónica. Estas dos cualidades esenciales, aparentemente opuestas, coexisten esencialmente en el alma.
El dualismo posidoniano debe entenderse de acuerdo a dos ángulos distintos: desde el alma del ser individual y desde el alma del mundo. En esto se va a diferenciar de Platón. En cuanto al ser humano, mientras que para este último se trata de un dualismo metafísico entre el alma y el cuerpo, para Posidonio es más bien un dualismo sobre todo de carácter moral, en el cual el vínculo entre el alma y el cuerpo material es más complejo y menos distante que en la postura de Platón. En cuanto al mundo, el dualismo de Posidonio se incrementa con respecto al platónico, pues distingue con mayor claridad que lo que denomina alma del mundo es un principio rector inmaterial que da forma a la realidad. Mientras para Platón quedan aún vestigios de un cierto panteísmo, en Posidonio esto parece haber sido completamente superado. Ciertamente la concepción posidoniana del alma del mundo influye sobre su manera de entender el alma humana.
Las consecuencias del dualismo de Posidonio son difíciles de calcular; podemos decir que después de él la escuela estoica acentúa la separación entre lo material y lo incorpóreo. Este hecho se nota especialmente en la separación de Dios de la naturaleza. La naturaleza deja de ser toda ella divina y pasa a ser entendida como subordinada al principio divino. En relación al pensamiento griego y sus secuelas se trata de un importante paso en una apropiada secularidad, que se aleja del panteísmo.
Junto a este cambio de concepción en lo que respecta al alma del mundo, se da un cambio en la manera de entender el alma del individuo. En la conformación misma del alma individual existe una separación entre un principio rector, que dirige el ser hacia el bien, y otro que lo dirige hacia el mal. Estas fuerzas conductoras del alma humana son lo racional y lo irracional; ambas están enfrentadas y la que debe predominar para que el hombre sea feliz es la razón.
Si nos preguntamos acerca de cuál es la naturaleza del alma humana para Posidonio, podemos responder que, de acuerdo a lo que registra Diógenes Laercio, se trata de un «espíritu cálido (πνεῦμαὓ ἒνθερμον)» 12 gracias al cual somos capaces de respirar y movernos. Posidonio comparte la postura tradicional de Zenón Citieo y Antípatro. Esta postura es antigua entre los griegos y tiene ya un precedente en el aer de Anaxímenes de Mileto 13 . Un principio vital de origen divino. 
Igualmente, no se puede descartar una influencia del concepto hebreo nefesh, traducido como esencia de la vida, respiración. Tampoco la relación con el aliento de vida del que habla el relato de la creación en el Génesis: «Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente» (Gén 2,7).
En el marco de una crítica a la concepción platónica de la generación de las almas, Plutarco reprocha a Posidonio y sus seguidores la atribución a Dios de la producción primaria del alma que —de acuerdo a la doctrina aristotélica— limita a la materia «definiendo y determinando su disolubilidad y su separación» 14 . Entre líneas, el fragmento citado manifiesta que Posidonio creía en un alma con una naturaleza preexistente al cuerpo material, que informa la materia y que contendría el aliento vital necesario para la constitución de un ser vivo. Esta alma, luego de dar consistencia a un cuerpo, adquiriría facultades relativas a esta materialidad sin perder su existencia inmaterial, pues su naturaleza es básicamente inmaterial.
Algo poco común entre los estoicos, Posidonio sigue la doctrina de Homero acerca del alma, al sostener que el alma —espíritu cálido— está difundida al interior de nuestros huesos. En la segunda parte del fragmento 28 Posidonio reafirma su idea al sostener que la expresión coloquial “su espíritu dejó sus huesos” es muestra de esta presencia profundamente enraizada del alma en el hombre viviente.

Estructura del alma

Según lo dicho hasta ahora, podemos establecer una primera distinción fundamental en el ser humano, entre un principio inmaterial, donde están el elemento gobernante y el alma, y otro material, correspondiente al cuerpo.
De acuerdo a Galeno 15, Posidonio reconoce —como Platón y Aristóteles— que hay tres facultades del alma: desiderativa o concupiscible, vehemente o irascible, y racional. A diferencia de Platón, Posidonio —en sintonía con Aristóteles— cree que aunque son tres facultades distintas, no se trata de partes o especies de la psiqué esencialmente diferentes, ni que están separadas y ubicadas en lugares distintos. En esto no sólo se aleja de Platón sino que discrepa con los representantes más saltantes del estoicismo antiguo, como Zenón, Cleantes y Crisipo 16 . Esta distinción resulta fundamental para que Posidonio pueda acentuar el aspecto pedagógico de su doctrina, porque permite comprender cómo el elemento no racional puede estar presente al mismo tiempo que la razón y eventualmente dominar la expresión, interna o externa, de un ser racional. Luego veremos con más detalle este interesante punto del pensamiento de Posidonio.
Estas facultades —que podrían ser consideradas capacidades o poderes— pertenecen a una misma sustancia o sustrato, que tiene como base al corazón. Por este motivo rechaza denominar a tales facultades con el nombre de formas, especies o partes independientes.
Posidonio habría distinguido en el alma por lo menos catorce componentes —cuyos nombres lamentablemente no están registrados en los manuscritos—, comenzando por dos designados con las siguientes etiquetas: el gobernante (ἡγεμονικόν) y el racional (λογικόν) 17 . En esta división se reconoce la presencia de un elemento superior al racional, identificable con el neuma inmaterial, que gobernaría la razón y estaría, por lo tanto, también sobre lo no racional del alma humana. La relación entre este elemento gobernante y la razón sería una de subordinante a subordinado. En algunas ocasiones, como en el caso del fragmento 147, parecería que Posidonio considera al principio gobernante como parte del alma. No obstante, esta que podríamos llamar vacilación de Posidonio en cuanto a la ubicación del elemento rector no altera su naturaleza inmaterial ni su connaturalidad con lo divino.
En cuanto a la relación entre alma y cuerpo, Posidonio no comprendía por qué los epicúreos no podían aceptar que los cuerpos contengan las almas y postulaban que son las almas las que contienen los cuerpos, de la misma manera como el pegamento se contiene a sí mismo y a lo que es distinto de sí 18 . Para entender mejor este punto es importante recordar lo dicho en párrafos anteriores acerca de cómo Posidonio concebía la sustancia del alma. En el citado fragmento 149, reconoce claramente una distinción entre el alma y el cuerpo, así como una relación entre ambos que no es de simple conjunción. La unidad entre ambos se daría gracias a la dimensión espiritual del ser humano que ejerce el control. Aquí se puede entender adecuadamente la existencia de un elemento inmaterial que gobierne el cuerpo y las relaciones alma-cuerpo.
En el alma, Posidonio distingue entre un aspecto superior —racional— y otro inferior —no racional—. El aspecto irracional es el emotivo y contiene las facultades desiderativa 19 e irascible 20 , que tienen como fines o afinidades naturales al placer, la primera, y al poder y a la victoria, la segunda. En lo racional está la razón, orientada al conocimiento que tiene como fin natural lo que es moralmente bueno 21 .
Posidonio habría distinguido en la parte moral de la filosofía varias ramas: «De los apetitos o deseos, De los bienes y males, De las pasiones, De la virtud, Del fin, Del principal aprecio de las cosas, De las acciones, De los oficios, De las exhortaciones y disuasiones» 22 .
Cuando se busca conocer el alma deben considerarse las tres afinidades naturales, no sólo alguna de ellas. Ésta es una crítica que hace Posidonio a Epicuro y Crisipo; el primero de ellos sólo veía la afinidad de lo peor del alma, mientras que Crisipo sólo consideraba la afinidad moral —lo mejor del alma— 23 .
En cuanto respecta a las emociones y facultades mentales, Posidonio respeta la filosofía de Platón 24 , a quien admira y llama “divino”. Esta admiración que relata Galeno, si bien implica una influencia en las bases de su esquema de pensamiento en lo que se refiere a las facultades mentales, no nos dice que Posidonio dejara de profundizar en ese esquema que representa para él un punto de mayor importancia que para Platón.

Las emociones

Un tema que subyace a la especulación de Posidonio es el conocer cómo actúa el ser humano sometido a la fuerza de las emociones. Para él, la ética está cercanamente ligada al tema del alma y, específicamente, a las emociones.
El origen de las emociones está en el ímpetu y el deseo 25 —que corresponden a las facultades irascible y desiderativa—. También estos dos poderes del alma son la causa de que las emociones (τἀὓπάθη) se apacigüen en el tiempo. Cuando las emociones se apaciguan, la razón vuelve a obtener el control de los impulsos.
Para Posidonio «las emociones no son juicios ni lo que sobreviene a un juicio, sino que son ciertos movimientos de poderes no racionales distintos, que Platón ha denominado irascibles y concupiscibles» 26 . Cree que la causa de las emociones no puede ser la razón, puesto que ella no excede sus propios parámetros, sino que debe ser algo distinto, que sea no racional 27 . Notemos que la visión de este filósofo estoico observa que no todo lo que proviene de los poderes o facultades irascibles y desiderativas —o concupiscibles— sea causa de una emoción. Podríamos decir que no todo lo que proviene del aspecto no racional del hombre es negativo.
El concepto de emoción se aclara aún más cuando Posidonio sostiene que es el impulso excesivo causado por una facultad no racional que excede las medidas de la razón. Lo que produce esta emoción produce también el exceso en la medida de la elección. Al tratarse de algo que no es racional, considera que se trata del peso del cuerpo; con ello es muy probable que se refiriera al impulso hacia el cual naturalmente tiende el cuerpo en su materialidad, como puede ser la saciedad, la comodidad, etc. Es por eso que este filósofo, analizando la fisonomía, concluye que los «diferentes temperamentos físicos producen movimientos emocionales peculiares a sí mismos» 28 .
Plutarco registra que para Posidonio hay cuatro tipos de emociones:
Las que pertenecen al alma: aquellas que tienen algo que ver con decisiones y suposiciones racionales, como por ejemplo: deseos, temores, caprichos, ira, etc.
Las que son del cuerpo, como por ejemplo: fiebres, escalofríos, contracciones, apertura de los poros.
Las que son físicas con efectos mentales, aunque no pertenezcan al alma: letargos, mal genio que lleva a la locura, angustias mentales provenientes de dolores físicos persistentes, representaciones sensibles, sentimientos de relajación.
Las que son mentales pero que tienen efectos en el cuerpo aunque no pertenezcan al cuerpo: temblores y palideces —cambio de apariencia en temor y aflicción— 29 .
Esta completa clasificación de las emociones revela un particular interés por comprender la naturaleza y el funcionamiento del alma humana. Nos señala también la conciencia de Posidonio acerca de la existencia de un vínculo muy cercano entre el cuerpo y el alma, y cómo muchas afecciones del alma se manifiestan en el cuerpo de manera psicosomática, y viceversa. 
El aspecto emocional del alma tiene sus fines o afinidades naturales propios que al ser saciados la satisfacen, calmándose así el movimiento que estaba en control de sus deseos, y que la estaba guiando por un camino errado —el camino de la no racionalidad—.
Posidonio juzga que es muy importante demostrar que las causas de las emociones pueden ser conocidas por la razón; el hecho de que sean aspectos no racionales del alma no los hace incognoscibles. Reconoce, además, que este conocimiento acerca de las pasiones fue conseguido por filósofos anteriores, cuyos avances en el conocimiento del alma no deben menospreciarse. Esos poderes o facultades a los que hemos hecho referencia anteriormente —desiderativo y vehemente—, tienen sus fines naturales orientados al placer y al poder y la victoria. Posidonio piensa que estos poderes también existen en otros seres vivos.
El hecho de considerar a las emociones como no racionales es un punto que diferencia a Posidonio de muchos de los estoicos que las tenían como parte de la racionalidad humana. De acuerdo a la perspectiva de éstos, y de su concepto de que la racionalidad es signo de “adultez”, creían que tanto los animales como los niños carecían de emociones.
Los movimientos emocionales producidos en las facultades no racionales son difíciles de comprender. Posidonio tiene la certeza de que las emociones surgen en el aspecto no racional del alma humana, pero no puede agotar el conocimiento sobre las causas de estos fenómenos psíquicos que se presentan de maneras tan desiguales.
La actividad de la razón durante una reacción emotiva no siempre es la misma. Posidonio observa que en los relatos homéricos los héroes conservan la razón, mediante la cual pueden tomar decisiones, aunque estén afectados por fuertes emociones como el temor. Pero, también nota el filósofo de Rodas, en algunas ocasiones tan sólo basta el recuerdo de una experiencia negativa para que el sujeto rechace el concurso de su razón, aunque sea el mismo sujeto que cuando se enfrentó a una situación emocional fuerte mantuvo vigente la actividad de la razón 30 . A estas cuestiones que en muchas circunstancias se muestran como contradictorias no pudieron encontrar solución ni Posidonio ni ningún otro estoico de su época; queda, sin embargo, como mérito de este filósofo el haberlas señalado.
Nuestro filósofo cree además en que para saber que existen emociones mentales no se necesita de grandes argumentos ni pruebas demostrativas muy rigurosas; tan sólo se necesita recordar lo que experimentamos en cada ocasión 31 .

Las virtudes

Para Posidonio el fin del ser humano, en acuerdo con los demás estoicos, es vivir en armonía con la naturaleza. Recordemos, sin embargo, que el apameo se distingue de sus compañeros de escuela en que considera que el estar en armonía con la naturaleza implica un vínculo estrecho con lo más interior del ser humano, con aquel aspecto que lo asemeja a lo divino.
Lo que se ajusta más a la naturaleza es la virtud, porque ella misma nos lleva a la virtud. Clemente de Alejandría rescata que Posidonio piensa que el fin del hombre es «vivir contemplando la verdad y el orden de todas las cosas juntas y ayudar en promoverlo tanto como sea posible, pero de ninguna manera siendo guiado por la parte no racional del alma» 32 . El aspecto racional del alma humana es el fundamento para poder vivir la virtud, en la que confluyen el conocimiento de la verdad con el hábito en la práctica reiterada de la obra virtuosa.
Él critica el error de quienes creen que todas las virtudes son tipos de conocimiento o que todas las virtudes son facultades. Para este filósofo las virtudes de las dimensiones no racionales del alma tienen que ser no racionales, y las de la parte racional deben ser racionales. A las virtudes de lo no racional las llama facultades, y a las de la razón, conocimiento. Si existen múltiples virtudes, es necesario que exista una multiplicidad de facultades del alma, porque la virtud es el estado de perfección de la facultad específica a la que corresponde y no de varias facultades al mismo tiempo.
Posidonio clasifica las virtudes en cuatro tipos, como está registrado —sin mayores detalles— por Diógenes Laercio 33 .
Llega a la conclusión, quizá tras las huellas de Aristóteles, de que la virtud puede ser enseñada. Esta concepción de la virtud como concepto universal es la que fue fundamental para Sócrates y sus discípulos, y marca un importante hito para la disciplina de la ética.
Al igual que su maestro Panecio, Posidonio afirma que para alcanzar la felicidad la virtud sola no basta, que también son necesarias la salud, la fuerza y la abundancia.

Los vicios

Cuando Posidonio se refiere a los vicios lo hace con la conciencia de que no se trata de un mal ocasional que pueda cometerse eventualmente, sino de la reiteración sistemática de una acción negativa 34 .
Para poder explicar el surgimiento de un vicio es necesario tener en cuenta los tres poderes o afinidades del alma. En el caso de Crisipo se da una manifiesta dificultad para justificar la presencia del vicio en los niños, puesto que él considera sólo el poder racional del alma y deja de lado los otros dos, y es de quienes, como hemos anotado, excluyen que los niños tengan racionalidad. De esta manera, la única explicación que puede encontrar para dar razón del hábito negativo de un niño es una causa externa a él. Esto deja sin explicar el mal obrar de un niño aunque haya sido bien educado en las virtudes y hábitos correctos.
Para Posidonio la causa de los vicios está en un tirón emocional que procede de falsas opiniones que surgen cuando la facultad racional se encuentra débil con respecto a su acción de juzgar. Así, aunque algunas veces el impulso puede nacer en una decisión juiciosa —errada— de la facultad racional, lo que sucede con más frecuencia es que ocurra en el movimiento del aspecto emotivo del alma 35 . La causa de la corrupción en los niños no puede establecerse a partir de una comunicación oral ni desde la naturaleza de las cosas.
Es importante recalcar que para Posidonio el origen de los vicios no está fuera de nuestras mentes; tiene una raíz propia en nuestras mentes, desde donde surgen y se desarrollan. Hay una semilla maligna incluso en nosotros mismos, y todos tenemos necesidad no tanto de evitar lo malo como de buscar aquellos medios que van a expurgar y prevenir el crecimiento del mal en nosotros.
El filósofo sirio piensa que no sucede como suelen decir el resto de los estoicos: «que toda la fuente del mal de nuestra mente viene de afuera»; sino que «en hombres malvados, la mayor parte del mal es interna, y sólo una parte menor tiene una fuente externa» 36 . Por varios siglos se anticipó —sin saberlo— en la crítica al pensamiento rusoniano que afirma que el ser humano es bueno pero que la causa del mal que hace está en la sociedad, es externa a él e introduce en él la corrupción. «El hombre nace bueno, pero la sociedad lo corrompe» 37 , decía míticamente el pensador ginebrino.

Las riquezas

Acerca de las riquezas, Posidonio piensa que ellas causan el mal pero no en sí mismas; pues ellas por sí no producen algo, sino tan sólo en cuanto provocan al hombre a hacer el mal cuando los medios o usos que dispone en relación a ellas son errados. En esta aproximación debe distinguirse entre causa eficiente y causa antecedente. En el caso de las riquezas podríamos decir que se trata de causa antecedente con respecto al mal, pero no de causa eficiente. Como también podría encontrarse en la virtud una causa antecedente con respecto a la envidia que pueda generar la vivencia de la virtud o excelencia de una persona en otra que la observa, aunque viva de manera equivocada 38 .

La ira

En relación a la ira el filósofo de Rodas se muestra tan limitado en su comprensión como otros que lo antecedieron. Para él la ira es un deseo de castigar a quien uno piensa nos ha injuriado injustamente. Siempre constituiría un desorden interior. Esto lo recoge el retórico ciceroniano africano del siglo III d.C. Lactancio, criticando el sentido puramente peyorativo con que los griegos, especialmente los estoicos y peripatéticos, califican a la ira. Lactancio, en una perspectiva más amplia, considera que también existe una ira justa, además de la ira injusta 39 . 

La angustia

De acuerdo a Crisipo parece ser un hecho que algunas veces que tenemos una opinión “fresca” —en sentido de inmediatez temporal— de la presencia del mal en nosotros experimentamos angustia, mientras que si la opinión a la que hacemos referencia se prolonga en el tiempo no se experimenta angustia o sucede de manera distinta. 
Sin embargo, Posidonio piensa que la razón de la angustia estriba en el contacto con una realidad para la cual no estamos preparados o que es extraña a nosotros; ella nos quita abruptamente el balance y remueve nuestros viejos juicios. Porque mientras algo es practicado por nosotros, o nos es familiar, o es un hecho prolongado, no nos disturba lo suficiente como para producir un movimiento emocionalmente perturbado, ni siquiera en un grado muy limitado 40 .
Para evitar sufrir esta angustia Posidonio propone una técnica psicológica. Sugiere él adelantarnos al evento que es susceptible de producir angustia, imaginándolo antes de que suceda, prefigurarlo en nuestra mente, de manera que vayamos generando una actitud de buen manejo hacia ello como si fuera algo que ya hubiera ocurrido.
El esquema de pensamiento del maestro de Rodas resulta ser más efectivo en cuanto se refiere a la práctica necesaria para evitar una afección del alma como la angustia, puesto que resalta, como hemos notado en el acápite anterior, que la causa del mal es más interna que externa, y así las posibilidades de que el afectado por esta experiencia pueda evitarla son mucho mayores.
Un efecto secundario de estas consideraciones, aunque no se encuentre registrado en los fragmentos, es la mayor preponderancia que tendría en la vida de las personas y, específicamente, en el tratamiento de la responsabilidad moral, la libertad y la educación de la voluntad en el camino recto.

Enfermedades del alma y pautas para una terapia psicológica

Como hemos podido ver, muchos elementos presentes en las especulaciones de Posidonio denotan un conocimiento muy particular de la psiquis humana y sus manifestaciones. Más allá de ese conocimiento, resulta particularmente interesante no sólo encontrar estas especulaciones racionales, sino también poder hallar en este filósofo estoico pautas claras orientadas a curar afecciones mentales o desórdenes interiores.
Dentro de este acápite es necesario considerar que Posidonio cree que el mal moral es de por sí una distorsión en la elección o en el rechazo de algo, que encuentra su explicación en la acción de las fuerzas no racionales que originan las emociones 41 .
Gran parte del trabajo por curar una afección psicológica está, pues, en el conocimiento de uno mismo y en el reconocimiento de lo que ha causado ese problema o afección. Él piensa que el misterio acerca de los movimientos que surgen de las emociones se esclarece con la razón y que se puede mover al aspecto racional «empujándolo con una idea mental vívida semejante a una que tú puedes ver» 42 .
La fuerza imaginativa o de la fantasía resulta decisiva para el filósofo. La fuerza de la imagen sería para él lo determinante. Dentro de la concepción psicológica que estamos exponiendo resultará eficaz para tratar los problemas del alma el realizar un ejercicio de reconocimiento y afirmación de criterios o ideas apropiadas, debidamente reforzadas con un trabajo sobre la imaginación, para habituarse a ellos como un nuevo fundamento a la actividad racional, de manera que puedan controlarse con mayor facilidad los impulsos no racionales.
Posidonio considera que la condición emocional es una suerte de enfermedad de la mente, pero no cree haber encontrado la explicación total de cómo la psiqué es movida o se mueve hacia ella. El abandono de la racionalidad al ser atrapado por la emotividad no implica necesariamente la presencia de una gran emoción; puede tratarse de una emoción pequeña o moderada 43 .
Resulta también muy interesente la manera en que, para Posidonio, se presentan las emociones: algunas veces con mayor intensidad y otras con menos fuerza. Pueden manifestarse por igual ante quienes son viciosos como ante quienes no están acostumbrados a ellas. En las mismas personas, bajo circunstancias semejantes pueden presentarse de maneras muy diferentes. Esta gran variabilidad del mundo emocional dificulta la investigación sobre cómo explicar la emotividad humana.

Salud del cuerpo y del alma

En general, acerca de las enfermedades del alma y su curación, como de la educación y entrenamiento del alma, Posidonio cree que es erróneo hacer una analogía entre las mentes de los hombres imperfectos y sus cuerpos como aptos para padecer enfermedades, como por ejemplo fiebres, ataques de diarrea o cosas por el estilo. Para este filósofo —a diferencia de Crisipo y otros estoicos— la analogía debe plantearse entre la mente de hombres imperfectos y cuerpos simplemente sanos. Esta postura se debe a que estima que no es correcto comparar por un lado la salud de la mente con la salud física y, por otro, comparar la enfermedad de la mente con el cuerpo que cae fácilmente en la enfermedad. Considera en la tradición aristotélica que la mente del hombre sabio es inmune a las afecciones. Pero, al mismo tiempo es enfático en decir que no se puede afirmar que el cuerpo del sabio sea inmune a las enfermedades. Para él está claro que no hay cuerpo que no esté expuesto a sufrir la enfermedad 44 .
De lo dicho se puede notar que Posidonio concuerda con Crisipo en la afirmación de que las personas imperfectas son mentalmente enfermas y no son sabias, y no han alcanzado la sabiduría porque no han llegado a controlar los aspectos no racionales de su alma. Pero no cree que la mente sana sea condición para que el cuerpo esté sano, ni viceversa. Rompe con la tradición del adagio: Mens sana in corpore sano. Quizá coincida con Séneca en dar primacía a la salud del alma, y pedir la salud del cuerpo luego 45 , pero en todo caso no hace depender la salud del alma de la del cuerpo.

Tiempo y emoción

El movimiento emotivo, el tirón que produce en el alma, se va apaciguando con el tiempo independientemente de una operación racional poco favorable, como puede ser el pensar que el mal que nos sucedió sigue aún presente 46 . El tiempo como un factor importante en el proceso de recuperación de la salud del alma resalta en el pensamiento de este autor estoico; él tiene conciencia clara de cómo las emociones se van, metafóricamente, enfriando poco a poco.
Además del factor temporal, está el hábito. Ambos factores influyen en que un movimiento emocional se detenga, pero no pueden ser por sí mismos la causa de ello 47 .
Posidonio deja entrever que el movimiento de las emociones tiene su propio ciclo temporal y que se detiene cuando cumple sus objetivos —saciar sus deseos—. También la fatiga va mitigando progresivamente la fuerza de un movimiento emocional y así, con la suma de ambos factores, la razón va recuperando el control de la interioridad de la persona 48 . Esclarece mucho la situación analizada la analogía con un caballo que se quiere domar, al cual se le deja correr a su gusto, impulsado por su propio deseo, hasta que se fatiga y el amo vuelve a tomar el control y lo lleva a donde quiere. Algún paralelo de esta posición se puede encontrar en la filosofía china, aunque no es el caso desarrollarla en esta ocasión.

La educación como cura del desorden emocional

Según Galeno, el elemento que unifica la teoría y la práctica —la cura— acerca de las emociones es el conocimiento de sus causas y el motivo por el que éstas cesan. Lo primero que se debe intentar es evitar que las emociones surjan, pero, si surgieran, se ha de conocer cómo detenerlas. Posidonio cree que para lograr este objetivo —el dominio de las emociones— el hombre se debe instruir acerca de las virtudes y de su fin, así como buscar conocer los poderes —o facultades— del alma 49 . Este trabajo de conocimiento de uno mismo está ligado a la formación de la razón de acuerdo a lo que debe mover la voluntad: la virtud y el fin. El principal medio para evitar los obstáculos que originan las emociones es, pues, la educación de la psiqué, y ésta debe comenzar desde las etapas más tempranas de la vida del hombre.
Frente a la opinión de Crisipo, quien consideraba que «puede acontecer que, aunque el impulso permanezca, lo que venga después no corresponda a éste si se ha sobreañadido una disposición de naturaleza diversa» 50 , Posidonio piensa que si el impulso sigue presente, su actividad propia no puede ser impedida por causa alguna. En efecto, lo que produce el impulso no es una determinada circunstancia subyacente, sino un poderosísimo movimiento emocional que puede llevar al hombre a actuar en contra de su pensar y de su voluntad.
Éste es el modo en que se descubre el conflicto y desacuerdo que existe entre razón y emoción; y el medio por el cual los poderes y facultades del alma son preservados 51 . Este hecho puede ser racionalmente explicado, como antiguamente trató de hacer Pitágoras, cuyo pensamiento fue el fundamento para el desarrollo —más profundo— de Platón y, posteriormente, de Aristóteles.
Posidonio concuerda con Platón en lo que este filósofo piensa acerca de la formación de los bebes aun en el vientre y su crianza y educación después del nacimiento 52 . El modo de la educación que debe dárseles ha de partir del reconocimiento de las causas de las emociones 53 , porque en el esfuerzo por el manejo racional de la existencia es de mucha utilidad conocer la causa de las emociones humanas 54 , como ya se lleva dicho.
Lo que debe aprender el ser humano, desde su nacimiento, estriba sobre todo en el manejo de la virtud de la facultad racional, que es primordialmente el conocimiento de la naturaleza de la realidad. 
La razón tiene un desarrollo progresivo desde el nacimiento. «Inicialmente, esta facultad racional es pequeña y débil, pero adquiere fuerza y buen estado hacia los 14 años de edad, cuando ya le es propio controlar y guiar, cual auriga que conduce dos caballos emparentados, el deseo y la ira, en cuanto éstos no sean ni muy fuertes ni muy débiles...» 55 .
En cuanto a la metodología, Posidonio reconoce que en el proceso educativo en la moral se debe consolar y alentar además de dar preceptos. Cree, además, que es conveniente la investigación de las causas; como que también resulta útil la descripción de cada virtud. Con su “etología” demuestra su peculiar acento en la formación de la razón para poder manejarse mejor en el ámbito moral.
«Un solo día para los hombres educados se extiende más lejos que el tiempo de vida más largo para el inexperto» 56 . La educación tiene un valor inmenso en el pensamiento estoico de Posidonio, porque es el medio para poder alcanzar el dominio del aspecto no racional del alma y asegurarse la felicidad al estar en armonía con la naturaleza.
Posidonio distingue entre la comodidad y los bienes. «La comodidad es aquello que tiene una preponderancia de utilidad sobre el dolor, mientras que un bien es algo que debe ser puro y totalmente libre de perjuicio. Entonces, es tal no por traer más ventajas, sino porque sólo trae ventajas» 57 . Un hombre sabio buscará conseguir bienes antes que comodidades, aunque esto sea lo más difícil.

Conclusión

Luego de nuestro breve recorrido a través de las ideas de este pensador estoico del siglo II anterior a Jesucristo, podemos constatar cómo la búsqueda por comprender la realidad humana se remonta a las culturas antiguas.
Tratando de comprender al ser humano, Posidonio responde a problemas hasta ese momento sin solución, o, por lo menos, sin una respuesta satisfactoria. Su preocupación por hacer que el hombre se desenvuelva en su vida social de una mejor manera lo llevó a categorizar las emociones lo más que pudo, diseccionándolas en su esfuerzo por comprender su naturaleza y causa. Muestra de esa preocupación social, que tal vez sería mejor llamar “ética”, es su involucración con la realidad pedagógica para remediar las perturbaciones psicológicas que causan las emociones.
Con su obra, Posidonio fue un importante impulsor de la ciencia médica. Su claro influjo en Galeno así lo evidencia. Desde sus orígenes la medicina reconoce que debe comprender al hombre en su ser integral para poder curar su cuerpo. Algunas veces, la excesiva diversificación de esta ciencia en tantas disciplinas distintas puede hacer perder de vista la unidad primordial que tiene el ser humano en espíritu, alma y cuerpo, como también la influencia de una dimensión sobre la otra. Hoy, por ejemplo, se reproduce esa visión holística, que no sólo se detiene en el ámbito psicosomático, sino que aspira a avanzar hacia el hombre total, como se puede ver en la Teología de la enfermedad, de Jean-Claude Larchet 58 , así como en otros autores que andan en esa búsqueda. 
Finalmente, de acuerdo a la sensibilidad espiritual de los griegos de entonces, Posidonio reconoce la divinidad del elemento rector del hombre, tal vez como resultado del maravillarse por la complejidad de la existencia humana. Quizá uno de los ejemplos que podemos retener de este filósofo sirio sea la invitación a no perder esta sensibilidad tan humana y humanizante, en juego cuando, como hoy, se exalta la materialidad de la existencia, en una sociedad que rinde culto al cuerpo y que busca experimentar emociones extremas por el solo hecho de poseer placer o, incluso, por el puro afán de tener una sensación nueva y singular. El respeto por la propia humanidad y la búsqueda de solucionar las dificultades causadas por los desórdenes psicológicos es un legado que debemos valorar en Posidonio de Apamea, pese a las significativas limitaciones que haya podido tener una aproximación como la suya.

(*) José Rey de Castro Esposto, peruano, es profesor de filosofía en el Instituto Superior Nuestra Señora de la Reconciliación, en Lima (Perú). 

Acerca del pensamiento estoico hemos consultado la obra de Eleuterio Elorduy, S.J., El estoicismo, Gredos, Madrid 1972, t. I, 392 pp. y de J.M. Rist, La filosofía estoica, Grijalbo - Mondadori, Barcelona 1995, pp. 210-227.
Panecio (185-110 a.C.) nació en la isla de Rodas y vivió mucho tiempo en Roma como huésped de Escipión Africano. Esta estadía sería decisiva para su concepción filosófica. Hacia el año 150 a.C. dirigía la escuela estoica en Atenas.
Isla sobre el Mar Egeo, al suroeste de Mileto.
Séneca, Ep., 92, 10 (fragmento 184). Salvo que se indique algo distinto, la numeración y el texto de los fragmentos presentados en este artículo son recogidos de la obra de I.G. Kidd, Posidonius. The translation of the fragments, vol. III, Cambridge University Press, Cambridge 2004, 414 pp.
Fragmento 187A.
Ver p.ej. San Buenaventura, Itinerario de la mente a Dios, I,6.
Crisipo (281-208 a.C.) se dice que fue el que permitió que la Estoa no desaparezca por los fuertes ataques que recibió en esos tiempos, dotando a esta naciente tradición de consistencia lógica.
Ver Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres, Iberia, Barcelona 2000, p. 279.
Es decir, la comprensión de la fantasía, la que dimana de un objeto existente.
10 Ver Diógenes Laercio, ob. cit., p. 255.
11 Ver fragmento 141a.
12 Fragmento 139, en Diógenes Laercio, ob. cit., p. 287.
13 Anaxímenes vivió aproximadamente entre el 585 y el 528 a.C.
14 Fragmento 141a.
15 Ver fragmento 142.
16 Ver fragmento 166.
17 Ver fragmento 147.
18 Ver fragmento 149.
19 Puede decirse que es la facultad concupiscible o apetitiva.
20 También puede ser denominada vehemente o pasional.
21 Ver fragmentos 158, 160 y 165C.
22 Diógenes Laercio, ob. cit., p. 264.
23 Ver fragmento 160.
24 Ver fragmento 150a.
25 Ver fragmento 165C.
26 Fragmento 152.
27 Ver fragmento 157.
28 Fragmentos 153 y 169F.
29 Ver fragmento 154.
30 Ver fragmento 164, § 5.
31 Ver fragmento 156; ver también Platón, La República, Gredos, Madrid 1988, 441b.
32 Fragmento 186.
33 Ver fragmento 180.
34 Ver fragmento 175.
35 Ver fragmento 169E.
36 Fragmento 35C.
37 Esta idea fundamental en el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau está presente en sus obras más importantes, como el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1755), el Contrato social o Principios de derecho político (1762) y el estudio Emilio o De la educación (1762).
38 Ver fragmentos 170B, 173.
39 Ver fragmento 155. Lactancio es un pensador ecléctico en el que su cristianismo aparece teñido de muchas ambigüedades, contradicciones y manifiestas deficiencias.
40 Ver fragmento 165A.
41 Ver fragmento 161.
42 Fragmento 162.
43 Ver fragmento 164.
44 Ver fragmento 163A.
45 Ver Séneca, Epistola., 10, 4.
46 Ver fragmento 165A.
47 Ver fragmento 165E.
48 Ver fragmento 166.
49 Ver fragmento 165B.
50 Fragmento 165D (esta traducción es nuestra).
51 Ver lug. cit.
52 En La República Platón plantea varias pautas, tanto exteriores como interiores, que deben seguirse para una educación adecuada. Ver p.ej. 376e, 378-383, 423e.
53 Ver fragmento 168.
54 Ver fragmento 150b.
55 Fragmento 31D. Este ejemplo tiene ecos platónicos, así como de la filosofía religiosa india.
56 Fragmento 179.
57 Fragmento 170D.
58 Ver Jean-Claude Larchet, Théologie de la maladie, París 1991; Thérapeutique des maladies mentales: l’expérience de l’Orient chrétien des premiers siècles, París 1991.
VE Multimedios   Biblioteca   Enlaces católicos   Tienda Virtual   E-Learning  Programas  Trimilenio 

FUENTE: BIBLIOTECA ELECTRÓNICA CRISTIANA -BEC

EL EVANGELIO DE LA VERDAD


El Evangelio de la Verdad
  
El Evangelio de la Verdad es una alegría para aquellos que han recibido del Padre de verdad el don de conocerle, a través del poder de la Palabra que vino del pleroma. Aquel que está en el pensamiento y la mente del Padre, es decir, aquel al que se llama el Salvador, viniendo el nombre de la obra que Él va a realizar por la redención de aquellos que eran  ignorantes del Padre. El nombre del Evangelio proviene de la proclamación de la esperanza que es un descubrimiento para aquellos que buscan.


Ciertamente todos buscaban al Único del que proceden y todos estaban en el interior de Él, el incomprensible, el inconcebible que está por encima de todo pensamiento. La ignorancia del Padre produjo angustia y terror. Y la angustia se hizo espesa como la niebla de manera que nadie podía ver. Por esta razón el error llegó a ser poderoso; manejó los asuntos con necedad no habiendo conocido la verdad. Se dispuso a forjar una criatura empleando todo su poder, de la manera más hermosa, en crear el sustituto de la verdad

Esto no resultó una humillación para él, el inaprensible, el inconcebible porque no eran nada, la angustia y el olvido y la criatura de mentira, mientras que la verdad establecida es inmutable, imperturbable, perfecta en belleza. Por esta razón, despreciad el error.

Careciendo, por lo tanto, de raíz, cayó en una niebla en relación con el Padre, mientras estaba empeñado en preparar obras y olvidos y terrores para por medio de éstos poder atar a aquellos del medio y capturarlos. El olvido de error no fue revelado. No es 18 (...) bajo el Padre. El olvido no llegó a existir bajo el Padre, aunque llegó a existir por su  causa. Sino que lo que llega a existir en Él es el conocimiento, que apareció para que el olvido pueda desvanecerse y el Padre pueda ser conocido. De manera que el olvido llegó a existir porque el Padre no era conocido, de manera que si el Padre llega a ser conocido, el olvido no existirá a partir de entonces.

Este es el Evangelio del único que es buscado, que es buscado, que fue revelado a aquellos que son perfectos por las misericordias del Padre: el misterio escondido, Jesús, el Cristo. Con Él: iluminó a los que estaban en la oscuridad. De fuera del olvido los iluminó, les mostró un camino. Y el camino es la verdad que Él les enseñó. Por esta razón el error se encolerizó con Él, lo persiguió, se consternó por Él y fue llevado a la ira. Fue clavado en un madero; se convirtió en un fruto del conocimiento del Padre, que, no obstante, no se hizo destructivo porque fue comido y para aquellos que se lo comieron el descubrimientos fue motivo de alegría. Porque Él los descubrió en Sí mismos y ellos le descubrieron en sí mismos, al incomprensible, el inconcebible, el Padre, el perfecto. Aquel que hizo todo, ya que todo está dentro de Él y todo lo necesita puesto que Él retiene la perfección de todos dentro de sí mismo, perfección que no dio a todos. El Padre no tenía celos. ¿Que celos podía haber entre Él y sus miembros? Porque si el eón hubiera (recibido) así su (perfección) no podría haber venido (...) el Padre, puesto que Él retenía la perfección de ellos dentro de sí mismo, concediéndole a ellos por amor de sí mismo, y un conocimiento único en perfección. Él fue el que diseñó a todos y todos están dentro de Él y todos lo necesitan.

Como en el caso de uno al cual ignoran algunos, que desea que lo conozcan y lo amen así que (ya que todos necesitan el conocimiento concerniente al Padre) se convirtió en un guía, descansado y tranquilo. Fue a las escuelas y habló la palabra como un maestro. Acudieron hombres, que se consideraban a sí mismos sabios, poniéndole a prueba. Pero Él los confundió porque eran necios y ellos lo odiaron porque no eran realmente sabios.

Después de todas estas cosas también acudieron los niños, aquellos a los que pertenece el conocimiento del Padre. Habiendo sido fortalecidos aprendieron las impresiones del Padre. Conocieron y fueron conocidos, fueron glorificados y glorificaron. En su corazón les fue revelado el libro viviente de los vivientes, el que fue escrito en el pensamiento y la mente (del) Padre y el cual desde antes de la fundación de todo estaba en el interior de las (partes) incomprensibles de Él, es el libro del que nadie puede echar mano porque está reservado para aquel que lo tomará y será muerto. Nadie podría haber aparecido entre aquellos que creyeron en la salvación a menos que el libro hubiera intervenido. Por está razón el misericordioso, el fiel, Jesús, fue paciente al aceptar los sufrimientos hasta que tomó aquel libro puesto que sabe que su muerte es vida para muchos.

Igual que permanece oculta en un testamento hasta que se abre, la fortuna del fallecido dueño de la casa, así sucede con todo lo que permanece oculto mientras el Padre de todo fue invisible, aquel que procede de si mismo y del que proceden los espacios. Por esta razón apareció Jesús; se vistió de ese libro, fue clavado en un madero; publicó el edicto del Padre en la cruz. ¡Oh, que enseñanza más grande! Ascendiente hasta la muerte aunque la vida eterna le viste. Habiéndose despojado de los harapos perecederos, se vistió de una forma imperecedera que nadie puede arrebatarle. Habiendo entrado en los espacios vacíos de los terrores, pasó a través de aquellos que habían sido desnudados por el olvido, siendo conocimiento y perfección, proclamando las cosas que están en el corazón del (Padre) para (...) enseñar a aquellos que recibirán la enseñanza.

Aquellos que han de recibir la enseñanza (son) los vivos que están inscritos en el libro de los vivos. Reciben enseñanza acerca de sí mismos. La reciben del Padre volviéndose a Él otra vez. Puesto que la perfección de todos está en el Padre, es necesario para todos ascender a Él. Entonces, si alguno tiene conocimiento, recibe lo que es suyo y los arrastra hacia si mismo. Porque el que es ignorante padece necesidad, y aquello de lo que carece es grande, porque carece de lo que le hará perfecto. Puesto que la perfección de todos está en el Padre y es necesario para todos ascender a El y para todos recibir lo que es suyo, El los alistó con antelación habiéndolos preparado para hacer entrega a aquellos que procedieran de El.

Aquellos cuyo nombre El conocía con anticipación fueron finalmente llamados de manera que aquel que tiene conocimiento es el único cuyo nombre el Padre ha dicho. Porque aquel cuyo nombre no ha sido pronunciado es ignorante. ¿Ciertamente cómo escuchará uno si su nombre no ha sido pronunciado? Porque aquel que es ignorante hasta el fin es una criatura del olvido y se desvanecerá al mismo tiempo. De no ser así ¿cómo es que estos miserables no tienen nombre?, ¿cómo es que no tienen la llamada? Por lo tanto si alguien tiene conocimiento es de arriba. Si es llamado, escucha, responde y se vuelve hacia el que le llama y asciende a El. Y sabe de qué manera es llamado. Teniendo conocimiento hace la voluntad del que lo llamó, desea ser complaciente para con El, recibe descanso.

El nombre de todos llega a él. Aquél que tiene conocimiento de este asunto sabe de dónde viene y a dónde va.

Lo sabe igual que aquella persona que habiéndose emborrachado se apartado de su borrachera, y habiendo vuelto en sí ha arreglado sus cosas. Ha apartado a muchos del error. Ha marchado antes por sus caminos de forma que se han apartado cuando han recibido error, procedente de la profundidad de aquel que rodea todos los espacios mientras que nadie le rodea a Él. Fue una gran maravilla que ellos estuvieran en el Padre, sin conocerlo, y que vinieran por sí mismos puesto que eran incapaces de aprender o conocer a aquel en quien estaban. Si su voluntad no hubiera brotado de Él porque Él la reveló en razón de un conocimiento en el cual concurren todas las emanaciones. Este es el conocimiento del libro vivo que reveló a los eones hasta la última letra revelando como no son vocales ni consonantes para que alguien pueda leerlas y pensar alguna estupidez sino que son letras de verdad que sólo hablan al que las conoce. Cada letra es un pensamiento completo, como un libro completo puesto que son letras escritas por la Unidad, habiéndolas escrito el Padre por los eones para que por medio de sus letras conocieran al Padre. Su sabiduría contempla la Palabra, su enseñanza la dice. Su conocimiento la ha revelado. Su paciencia es una corona sobre ella, su gentileza está en armonía con ella, su gloria la ha exaltado, su imagen la ha revelado, su reposo la ha recibido en sí misma, su amor ha formado un cuerpo sobre ella. Su fidelidad la ha abrazado. De esta manera la Palabra del Padre entra en todo como el fruto (de) su corazón y una impresión de su voluntad. Pero sustenta todo, escoge y recibe también la impresión de todo purificándole y devolviéndole al Padre, a la Madre, Jesús infinidad de bondad. 

El Padre revela su seno, ahora su seno es el Espíritu Santo. Revela lo que está escondido de Él , lo que está escondido de Él es su Hijo, de manera que por las gracias del Padre los eones puedan conocerlo y dejen de trabajar en busca del Padre descansando en Él sabiendo que eso es el descanso. Habiendo cubierto lo deficiente abolió la forma, la forma es el mundo en el que sirvió. Porque en el lugar donde hay envidia y contienda hay diferencia, pero en el lugar donde está la Unidad hay perfección. Puesto que lo deficiente llegó a existir porque el Padre no era conocido, por eso cuando el Padre es conocido, desde ese momento ya no existe lo deficiente. Al igual que sucede con la ignorancia de una persona que cuando adquiere conocimiento su ignorancia se desvanece por sí misma, al igual que sucede con la oscuridad cuando aparece la luz, de la misma manera también lo deficiente se desvanece en la perfección. Desde ese momento en adelante la forma no es aparente sino que se desvanecerá en la fusión de la Unidad, porque ahora sus obras están desparramadas. A su tiempo la Unidad perfeccionará los espacios. Dentro de la Unidad cada uno llegará a sí mismo; dentro del conocimiento se purificará a sí mismo de la multiplicidad para entrar en la Unidad consumiendo la materia que hay en su interior como fuego, y (consumiendo) la oscuridad con la luz y la muerte con la vida. 

Si realmente nos han sucedido estas cosas a todos nosotros tenemos que procurar, sobre todas las cosas, que la casa sea santa y esté en silencio para la Unidad. (Sucede lo mismo) que en el caso de algunas personas que salieron de moradas donde había cacharros en lugares que no eran buenos. Los rompieron y el dueño de la casa no lamenta la pérdida. Por el contrario se alegra porque en lugar de los cacharros malos hay multitud de cacharros que son perfeccionados. Porque así es el juicio que ha venido de arriba. Se ha juzgado a todos; es una espada desenvainada, de dos filos, cortante por ambos lados. Cuando la Palabra vino, aquel que está dentro del corazón de aquellos que la pronuncian, no es sólo un sonido sino que se convirtió en un cuerpo, una gran turbación se produjo entre los cacharros porque algunos habían sido vaciados, otros llenados; es decir, algunos habían recibido contenido, otros habían sido vaciados, algunos habían sido purificados y otros quebrados. Todos los lugares fueron conmovidos y turbados porque no tenían ni orden ni estabilidad. El error se encontró perturbado sin saber qué hacer; estaba apenado, lamentándose, afligiéndose porque no sabía nada. Cuando el conocimiento se le acercó, esto significa la caída del error y de todas sus emanaciones, el error quedó vacío sin tener nada dentro.     

La verdad vino; todas sus emanaciones la conocieron. Saludaron al Padre en verdad con su poder perfecto que los une con el Padre. Porque todos aman la verdad porque la verdad es la boca del Padre; su lengua es el Espíritu Santo. El que se une a la verdad es unido a la boca del Padre por su lengua siempre que recibe el Espíritu Santo. Ésta es la manifestación del Padre y su revelación a sus eones: manifestó lo que de sí mismo estaba escondido; lo explicó. Porque ¿quién puede contener en su interior sino sólo el Padre? Todos los espacios son emanaciones suyas. Han sabido que proceden de Él como los niños (proceden) de un hombre adulto. Sabían que todavía no habían recibido forma ni nombre aquellos a los que el Padre señala. Después cuando reciben forma por el conocimiento de Él, aunque en verdad está dentro de Él, no lo conocen. Pero el Padre es perfecto conociendo cada espacio dentro de Él. Si lo desea se manifiesta a quien quiere dándole forma y dándole nombre, y le da un nombre y lo reúne con los que han llegado a existir, los cuales antes de existir ignoran al que los formó.

No digo que no sean nada los que aún no han llagado a existir, sino que están en Él quienes querrán llegar a existir cuando Él quiera, en el tiempo venidero. Antes de que todo aparezca, Él sabe lo que producirá. Pero el fruto que aún no se ha manifestado no sabe nada ni hace nada. De la misma manera también todo espacio que es él mismo en el Padre procede de aquel que existe, que lo formó de lo que no existe. Porque el  que no tiene raíz tampoco tiene fruto, sino que piensa para sí: «He venido a existir» sin embargo perecerá. Por esta razón, el que no existió en absoluto nunca llegara a existir. ¿Entonces qué quiso pensar de sí mismo? Esto: «Yo he llegado a ser como las sombras y los fantasmas de la noche». Cuando la luz brilla sobre el terror que esa persona había experimentado, sabe que no es nada.

Así que ignoraban al Padre, que es aquel al que no vieron. Por lo tanto hubo terror y turbación e inestabilidad y duda y división, hubo muchas ilusiones operando y hubo ficciones vacías como sí se  hubieran hundido en el sueño y se encontraran con pesadillas turbadoras. O hay lugar al que huyen o sin fuerza vienen de haber perseguido a otros, o están involucrados en golpes o ellos mismos están recibiendo golpes o han caído desde lugares altos o se han lanzado al aire aunque ni siquiera tienen alas.

En ocasiones es como si la gente los estuviera asesinando, aunque ni siquiera uno los persigue, o ellos mismos están matando a sus prójimos porque han sido manchados con su sangre. Cuando los que pasan por todas estas cosas despiertan, no ven nada (aunque estuvieran en medio de todas estas turbaciones) porque no son nada. Tal es el camino de aquellos que han apartado de si la ignorancia como si fuera sueño, no estimándola en nada, ni estiman sus obras como cosas sólidas, sino que las dejan tras de sí como un sueño en la noche. Ellos valoran el conocimiento del Padre como la aurora. Ésta es la manera en que todos han actuado, como si hubieran despertado cuando eran ignorantes. Y ésta es la manera en que han llegado al conocimiento, como si hubieran despertado. Bendito sea el hombre que vendrá y se despertará. Y bienaventurado aquel que ha abierto los ojos de   los ciegos. Y el Espíritu corrió tras él esforzándose por despertarlo. Tras extender su mano a aquel que yacía en tierra, lo puso en pie porque aún no se había levantado. Les dio los medios de conocer el conocimiento del Padre y la revelación de su Hijo.

Porque cuando le hubieron visto y le hubieron oído les concedió gustar y oler y tocar al Hijo amado. Cuando hubo aparecido instruyéndoles sobre el Padre, el incomprensible, cuando les hubo insuflado lo que está en la mente, haciendo su voluntad, cuando muchos hubieron recibido la luz, se volvieron hacia Él. Porque los seres materiales eran extraños y no vieron su semejanza y no lo conocieron. Porque Él vino mediante apariencia carnal mientras nada impedía su carrera porque era incorruptibilidad e irresistibilidad. Hablando de cosas nuevas y siguiendo hablando de lo que está en el corazón del Padre, les mostró la palabra sin defecto. La luz habló a través de su boca y su voz dio a luz la vida. Les dio pensamiento y comprensión y misericordia y salvación y el espíritu poderoso que procede de la infinitud y de la bondad del Padre. Hizo que los castigos y las torturas cesaran porque estaban apartando de su rostro a algunos que necesitaban misericordia, presos del error y las cadenas; y los destruyó con poder y los confundió con conocimiento. Se convirtió en un camino para aquellos que estaban perdidos y en conocimiento para aquellos que eran ignorantes, fue un descubrimiento para aquellos que buscaban y un apoyo para aquellos que flaqueaban, y significó pureza sin mancha para aquellos que estaban contaminados.

Él es el pastor que dejó detrás las noventa y nueve ovejas que no se perdieron. Fue en busca de la que se había perdido. Se regocijó cuando la encontró, porque noventa y nueve es un numero que está en la mano izquierda que agarra. Pero cuando el uno es encontrado, todo el número pasa a la diestra. Lo mismo sucede con el que carece del amo; es decir, la diestra agarra lo que es deficiente y lo toma de la mano izquierda y lo lleva a la derecha, y así el número llega a ser cien. Es la señal de aquel que es justo: el Padre. Incluso en sábado trabajó por las ovejas que encontró caídas en el pozo. Dio vida a las ovejas sacándolas del pozo para que pudierais conocer interiormente, vosotros, los hijos del conocimiento interior, lo que es el sábado en el cual para obtener salvación no se puede holgazanear, a fin de que podáis hablar del día de arriba que no tiene noche, y de la luz que no se extingue porque es perfecta. Por lo tanto, decid desde el corazón que sois el día perfecto y en vosotros mora la luz que no se apaga.

Hablad de la verdad con aquellos que la buscan y del conocimiento a aquellos que en su error han cometido el pecado. Afirmad el pie de aquellos que han tropezado y tended vuestras manos a aquellos que están enfermos. Alimentad a aquellos que tienen hambre y proporcionad descanso a aquellos que están cansados, y levantad a aquellos que desean levantarse, y despertad a aquellos que duermen. Porque  vosotros sois el entendimiento que se obtiene. Si la fuerza actúa así llega a hacerse aún más fuerte. Preocupaos de vosotros mismos; no os preocupéis de las cosas que habéis echado de vosotros mismos. No regreséis a lo que vomitasteis para coméroslo. No seáis polillas, no seáis gusanos porque ya habéis rechazado serlo. No os convirtáis en morada del diablo porque ya lo habéis destruido. No fortalezcáis a aquellos que son obstáculos para vosotros (y que ya se están viniendo abajo) como si fuerais un apoyo para ellos. Porque el injusto es alguien al que hay que tratar peor que al justo. Porque el primero actúa como una persona injusta; el último como un justo que hace sus obras entre otros. Así vosotros, haced la voluntad del Padre, porque sois de Él.

Porque el Padre es misericordioso y en su voluntad hay buenas cosas. Él tomó las cosas que son vuestras para que podáis hallar reposo en ellas. Porque por el fruto se conocen las cosas que son vuestras porque los hijos del Padre son su aroma, porque proceden de la gracia de su faz. Por esta razón el Padre ama su fragancia y la manifiesta en todo lugar, y si la mezcla con la materia le da su fragancia a la luz y en su reposo hace que sobrepase toda forma (y) todo sonido. Porque no son los oídos los que huelen la fragancia, sino que es el aliento el que tiene el sentido del olfato y atrae la fragancia hacia sí y es sumergido en la fragancia del Padre. La guarda, después, la lleva al lugar de donde procedió su primera fragancia que se enfrió. Es algo en forma psíquica que es como el agua fría que ha (...), que está en la tierra que no es sólida, la cual aquellos que la ven piensan que es tierra; después se disuelve otra vez. Si un aliento la atrae, se calienta. Las fragancias, por tanto, que son frías provienen de la división. Por esta razón vino (la fe); alejó la división y trajo el cálido pleroma del amor para que el frío no regrese de nuevo sino que se produzca la unidad del pensamiento perfecto.

Ésta es la palabra del evangelio del descubrimiento del pleroma para aquellos que esperan la salvación que viene de lo alto. Cuando la esperanza esté expectante en los que esperan, aquellos cuya imagen es luz sin sombra en ella, vendrá el pleroma. La deficiencia de la materia no se ha alzado a través de la ausencia de límites del Padre, que está a punto de concluir el tiempo de la deficiencia, aunque nadie podría decir que el incorruptible vendrá de esta manera. Pero la profundidad del padre se multiplicó y el pensamiento del error no existió con Él. Es algo que cae, es algo que fácilmente se levanta de nuevo al descubrir a aquel que ha venido a él y que le traerá de regreso. Este traer de regreso es llamado arrepentimiento. Por esta razón la incorruptibilidad alentó; persiguió a aquel que había pecado para que pudiera descansar. Porque el perdón es lo que permanece por medio de la luz en lo deficiente, la palabra del pleroma. Porque el médico corre al lugar donde hay enfermedad a causa de su voluntad que está en él. El que tiene una deficiencia no la esconde porque uno tiene lo que a otro le falta. Lo mismo sucede con el pleroma, que no tiene deficiencia; llena su deficiencia. Eso es lo que hizo colmando lo que le falta para que pueda recibir la gracia. Cuando era deficiente no tenía la gracia. Por eso existe disminución en el lugar donde no hay gracia. Cuando lo disminuido fue recibido, reveló aquello de lo que carecía, como un pleroma; ése es el descubrimiento de la luz de verdad que creció sobre Él porque es inmutable.

Por eso se habló de Cristo entre ellos para que los que estaban trastornados pudieran recibir el ser vueltos (arrepentimiento) y Él pudiera ungirlos con unción. La unción es la misericordia del Padre que tendrá misericordia para con ellos. Aquellos a los que ha ungido son los que han llegado a ser perfectos. Porque los cacharros llenos son aquellos que son ungidos usualmente. Pero cuando la unción de un cacharro se desvanece, queda vacío, y la razón para que allí se encuentre una deficiencia es aquello a través de lo cual se va la unción. Porque en esa ocasión un aliento lo arrastra, un aliento que está regido por el poder de aquel que está con él. Pero de aquel que no tiene deficiencia no es quitado ningún sello ni nada es vaciado. Y de aquello de lo que carece le llena el Padre perfecto otra vez. Él es bueno. Conoce su plantación porque Él la plantó en su paraíso y su paraíso es su lugar de descanso.

Ésta es la perfección en el pensamiento del Padre, y éstas son las palabras de su meditación. Cada una de sus palabras es la obra de su única voluntad en la relación de su Palabra. Mientras estaban todavía en la profundidad de su pensamiento, la Palabra que iba a venir primero les reveló con una mente que habla la única Palabra en gracia silenciosa. Fue llamado sin embargo puesto que estaban en ella antes de ser revelado. Sucedió entonces que primero vino en el tiempo que complació a la voluntad de aquel que quiso. Y la voluntad es lo que el Padre descansa y con lo que se complace. Nada sucede sin Él y nada acontece sin la voluntad del Padre, pero su voluntad es incomprensible. Su rostro es la voluntad y nadie la conocerá ni es posible para nadie encontrarla a fin de apoderarse de ella. Pero cuando Él lo desea, lo que Él desea es esto –incluso si la vista no les complace de ninguna forma– delante de Dios está la voluntad, el Padre. Porque Él conoce el inicio de todo ellos y su fin. Porque cuando llegue el final de ellos les preguntará directamente. El final es recibir conocimiento acerca de aquel que está oculto, y este es el Padre, del cual vino el principio, al cual todos los que han venido de Él volverán. Y  ellos han aparecido para la gloria y el gozo de su nombre.

Ahora bien el nombre del Padre es el Hijo. Éste es aquel que primero dio un nombre a aquel que vino de Él, que era Él mismo y al que engendró como hijo. Le dio su nombre que le pertenecía; puesto que es aquel al que pertenece todo lo que existe en torno suyo, el Padre. Suyo es el nombre; suyo es el Hijo. Para Él es posible ser visto. Pero el nombre es invisible porque el misterio del invisible sólo viene a los oídos que están llenos de él. Porque ciertamente el nombre del Padre no es hablado, sino que se trasparenta a través de un Hijo.

Por ello el nombre es algo grande. ¿Por lo tanto quién podrá pronunciar un nombre para Él, el gran nombre, excepto aquel sólo a quien el nombre pertenece y los hijos del nombre en quienes descansó el nombre del Padre y a quienes Él hizo descansar en su nombre? Ya que el Padre no fue engendrado, sólo Él engendró un nombre para sí mismo antes de crear los eones para que el nombre del Padre estuviera sobre la cabeza de ellos como señor, es decir el nombre en verdad que es firme en su orden a través de un poder perfecto. Porque el nombre no está formado por simples palabras ni consiste en apelaciones sino que es invisible. Se dio un nombre a sí mismo puesto que se ve a sí mismo, Él solo tiene el poder para darse un nombre. Porque el no existe, no tiene nombre. Porque ¿que nombre es dado al que no existe? Pero aquel que existe también existe con un nombre y se conoce a sí mismo. Darse a sí mismo un nombre es prerrogativa del Padre. El hijo es su nombre. Por lo tanto, no lo escondió en la obra, sino que el hijo existió; a Él solo se le dio el nombre. Por lo tanto el nombre es el del Padre, como el nombre del padre es el del Hijo. ¿Ciertamente dónde encontraría la misericordia un nombre excepto con el Padre?

Pero sin duda, alguien dirá a su prójimo, «¿Quién es aquel que dará un nombre a aquel que existió antes que él, como si los hijos no recibieran el nombre de los que los engendraron?». Primero debemos por tanto reflexionar sobre este asunto: ¿cuál es el nombre? Es el nombre en verdad; por lo tanto no es el nombre del Padre que es el único apropiado. Por lo tanto no recibió el nombre prestado como otros según la forma en que cada uno es creado. Sino que éste es el nombre apropiado. No hay ninguno más que aquel que le dio. Pero es innombrable, indescriptible, hasta el tiempo cuando el que es perfecto habló de sí mismo. Y ése es el que tiene el poder para hablar su nombre y verlo.

Por lo tanto cuando le complació que su nombre que es pronunciado fuera su Hijo, y le dio el nombre, a aquel que vino de lo profundo, habló sobre sus cosas secretas sabiendo que el Padre es un ser sin maldad. Por esta razón lo trajo para hablar sobre el lugar y el sitio de descanso del que había venido para glorificar al Pleroma, a la grandeza de su nombre y la bondad del Padre. Hablará sobre el lugar del que todos vienen y intentará regresar de nuevo a la región donde recibió su ser esencial y ser llevado a ese lugar –el lugar donde estuvo– paladeando ese lugar y recibiendo alimentación y recibiendo crecimiento. Y su propio lugar de descanso es su pleroma.

Por lo tanto, todas las emanaciones del Padre son pleromas y la raíz de todas sus emanaciones está en aquel que hizo que todas crecieran en sí mismo. Les asignó sus destinos. De ahí que todos aparezcan para que a través de sus propios pensamientos (...). Porque el lugar al que envían su pensamiento, ese lugar es su raíz, que los lleva en toda su altura hasta el Padre. Poseen su cabeza que es reposo para ellos y se aferran a Él, como si quisieran decir que han participado de su rostro besándolo. Pero no hacen de esta manera, porque no se sobrepasaron ni carecieron de la gloria del Padre ni pensaron de Él que era pequeño ni que era cruel ni que era colérico, sino que pensaron que era un ser sin mal, imperturbable, bondadoso, que conocía todos los espacios antes de que llegaran a existir y que no tiene necesidad de ser instruido.

Así son los que poseen algo procedente de arriba, de la grandeza inconmensurable, cuando van en pos del único, del perfecto, de aquel que está allí por ellos. Y no descienden al Hades ni tienen envidia ni padecen el sufrimiento o la muerte dentro de ellos, sino que reposan en aquel que está en reposo, ni contienden ni se ven envueltos en la busca de la verdad. Sino que ellos mismos son la verdad; y el Padre está dentro de ellos y ellos están en el Padre, siendo perfectos, siendo indivisos en el verdaderamente Bueno, no siendo deficientes en nada, sino que reposan descansados en el Espíritu. Y ellos harán caso de su raíz. Se ocuparán de aquellas cosas en las que él encontrará su raíz y no sufrirán pérdida para su alma. Éste es el lugar de los bienaventurados; éste es su lugar.

En cuanto al descanso, que sepan en sus lugares, que no tiene sentido para mí (tras llegar al lugar de descanso) hablar de nada más. Allí es donde estaré para ocuparme en todo momento del Padre de todos los hermanos verdaderos, aquellos sobre los que el amor del Padre es derramado y entre los cuales no hay carencia de Él. Ellos son los únicos que aparecen en verdad puesto que existen en vida verdadera y eterna y hablan de la luz que es perfecta y está llena de la semilla del Padre, y que está en su corazón y en su pleroma, a la vez que su Espíritu se regocija en ella y glorifica al único en quién existió porque Él es bueno. Y sus hijos son perfectos y dignos de su nombre, porque Él es el Padre: ama a los hijos que son de esta clase.