GANDHI
Presentación
Ahimsa, concepto
hindú traducido habitualmente como no violencia y que es central en el
pensamiento gandhiano, resume la vocación de absoluto respeto hacia toda
entidad viviente, ya sea humana o animal, pues la vida es considerada como Una
y Sagrada. Expandido y enriquecido a través de la historia, equivale a un
estado moral que inhibe todo acto que pueda perjudicar a cualquier criatura.
Mohandas Karamchand
Gandhi (18691948) no sólo llevó los principios de la ahimsa a su mayor
expresión dinámica sino que la expandió hacia la sathyagraha (sostenimiento de
la verdad, el resistir la ignominia mediante recursos no violentos). Ambos términos
aparecen en todo su activismo político-espiritual enfocado en la lucha contra
el dominador británico de la India. Sus alocuciones, escritos y plegarias los
convocan sin cesar, como parte de una visión tras formadora de la realidad
individual y social. En sánscrito, sathya significa "verdad" y toda
la existencia de Gandhi fue una batalla por la conquista de la verdad.
Hacia 1947, en
vísperas de la Independencia de la India -gestada, encarnada y universalizada
por Gandhi sobre la base de postulados no violentos, lo cual le valió el
calificativo de Mahatma (en sánscrito, "magnánimo")- los poderes de
la Gran Bretaña en retirada impulsaron una partición territorial entre hindúes
y musulmanes. La violencia irracional inmediata desembocó en el asesinato del Mahatma,
maestro de sabiduría y compasión.
Abogado de
profesión, formado en Londres, vivió y trabajó a fines del siglo pasado en
África del Sur, donde ensayó sus primeros pasos de activismo político
antitotalitario. Allí, la máxima autoridad era el general y filósofo Jan
Christian Smuts -padre del pensamiento holístico- y durante los habituales
arrestos del militante hindú, todo derivaba en grandes debates entre carcelero
y prisionero, sobre filosofía en general y poesía en particular (especialmente
Walt Whitman).
En el siglo XII de
la era actual, el poeta hindú Hemacandra se refirió así a la ahimsa:
"La ahimsa es
como una madre amante de todos los seres. Es como un caudal de néctar en el
desierto de Samara, con una sucesión de nacimientos y renacimientos hasta que
el alma alcanza finalmente la moksha. Es un paso de nubes de lluvia al bosque
de fuego del sacrificio. La mejor hierva para sanar a los seres atormentados
por la enfermedad. Ahimsa, llamada rueda perpetua de la existencia".
Es la piedra
fundamental de toda la doctrina yóguica, que la considera como una purificación
externa basada en el no causar dolor a otros ni siquiera con el pensamiento ni
con la palabra ni con cualquier acción, en referencia a todo lo viviente.
El Mahatma Gandhi,
líder nacionalista y reformador religioso, recibió un gran impacto intelectual
causado por la obra literaria del pacifista ruso León Tolstoi y por la esencia
del pensamiento cristiano. La secta fundamentalista que decidió su eliminación
no le perdonó que defendiera a los "intocables" (casta Sudra de la
India, considerada "sucia" y con la cual todo contacto es una
profanación, según las clases "altas" hindúes), que promoviera la
elevación de la edad para el casamiento o que proclamara el derecho de las
viudas jóvenes a contraer matrimonio nuevamente.
La sathyagraha,
decía Gandhi, "es la reivindicación de la verdad, no mediante el infligir
padecimientos al contrincante sino sobre el propio ser". Tal activismo
ascético exige ante todo un potente autocontrol, pues las "armas" que
lo tornan sathyagrahi residen en el alma. Es una herramienta pacífica: cuando
las palabras no alcanzan para convencer o disuadir al adversario, se recurre a
la pureza, la humildad y la honestidad. No se trata de comprimir, convertir o
aniquilar al oponente, sino de "redimirlo del error, mediante la paciencia
y la simpatía". Hasta las últimas consecuencias.
Louis Fischer,
biógrafo de Gandhi, resaltó que la sathyagraha "es el opuesto exacto de
ese ojo por ojo, por ojo, por ojo que a la larga deja ciego a todo el mundo. No
es posible introducirle nuevas ideas a un hombre si se le corta la cabeza, ni
se infunde un nuevo espíritu a su corazón, clavándole una daga. Los actos de
violencia crean amargura en los sobrevivientes y brutalidad en los destructores:
la sathyagraha apunta a exaltar a ambas partes".
Con sus prolongados
ayunos, con los actos de desobediencia civil frente a los soldados británicos o
las fuerzas locales que cooperaban con el invasor (y el sobrellevar
estoicamente la represión), o con el consejo de que los niños hindúes no
asistieran a las escuelas inglesas, Gandhi corporizaba una integridad
espiritual apuntada a vencer el mayor pecado de todos los siglos: la tentación
del homicidio. El ejemplo de Gandhi inspiró al reverendo Martin Luther King
(hijo) durante los años '60, en Estados Unidos, para la resistencia
"pasiva" por los derechos civiles de los ciudadanos negros; también
fue asesinado. En tal misión, la no violencia está siempre presente no como una
política para la toma del poder sino para la restauración de la naturaleza
humana real, único medio capaz de instaurar la plena justicia y un genuino
orden social sin excluidos.
Miguel Grinberg
Deber Sagrado
La no violencia
implica una autopurificación completa, tanto como resulte humanamente posible,
del hombre para el hombre. La no violencia se encuentra en proporción exacta a
la idoneidad -y no a la voluntad- de la persona no violenta para infligir
violencia. El poder a disposición de la persona no violenta es siempre mayor
que el que poseería si fuese violenta. En la no violencia no existe nada que
sea derrota.
La no cooperación
con el mal es un deber sagrado.
La adquisición del
espíritu de no resistencia es cuestión de un largo entrenamiento en la
abnegación y de la apreciación de los potenciales ocultos en nosotros mismos.
Cambia la perspectiva de la propia vida... Es el potencial más poderoso porque
es la expresión más elevada del alma.
La resistencia
pasiva es una espada de múltiples virtudes. Se la puede usar de maneras
distintas. Atrae bendiciones sobre quien la usa y también sobre aquel en quien
se emplea. Sin derramar una sola gota de sangre, obtiene resultados
extraordinarios. Es un arma que jamás se oxida y que nadie puede robar.
Necesidad cotidiana
de la no violencia
Dejé que mis amigos
dijeran que la verdad y la no violencia estaban fuera de lugar en la política o
en las demás cuestiones temporales. Pero no comparto tal opinión. No utilizo
esos métodos para asegurar mi salvación personal. Trato de recurrir a ese
principio en todas las situaciones de mi vida cotidiana.
La no violencia no
es una vestimenta que uno se pone y saca a voluntad. Su sede se encuentra en el
corazón, y debe ser una parte inseparable de nuestro ser.
En nuestra
condición actual -nos enseña la doctrina hindú- no somos más que mitad hombres.
La parte inferior de nuestro ser todavía es animal. Sólo el dominio de nuestros
instintos mediante el Amor puede sujetar a la bestia que existe en nosotros.
Qué se propone
Gandhi
Si uno va a
combatir el fetiche de la fuerza, será por medios totalmente distintos de los
que están vigentes entre los puros adoradores de la fuerza bruta.
El fin que me
propongo alcanzar, cueste lo que cueste, responde al término moksha, que es el
desapego de todo vínculo terreno y la liberación del ciclo de las
reencarnaciones. Se trata de la realización de uno mismo, con la visión de Dios
cara a cara. Tiendo a este fin con todo mí ser, por medio de mi vida y de mis
actos. Todo converge en ello: mis palabras, mis escritos y todos mis
emprendimientos en el terreno político. Y bien, siempre estuve convencido de
que lo que puede hacer uno de nosotros pueden hacerlo todos los demás. Por eso,
en vez de actuar a escondidas, he emprendido mis experiencias a la vista de
todo el mundo. Creo que eso no le quita nada a su valor espiritual. Es evidente
que no se puede dar cuenta de ciertas cosas que sólo conocen uno mismo y su Creador.
Buda y Cristo
Creo en el mensaje
de verdad que nos traen los fundadores de todas las religiones del mundo. Rezo
sin cesar para no sentir jamás ningún resentimiento contra los que me calumnian
y para que pueda morir con el nombre de Dios en los labios, aun cuando caiga
víctima de un atentado. Que se me recuerde como un impostor, si en el último
momento tengo alguna palabra de odio contra mi asesino.
Sin temor alguno,
Buda emprendió la batalla contra sus enemigos y logró que capitulara una casta sacerdotal
arrogante. Cristo echó del templo a los mercaderes y denostó a los hipócritas y
fariseos. Aquellos dos grandes maestros eran partidarios de la acción directa y
enérgica. Pero, simultáneamente, en cada uno de sus actos evidenciaron una
bondad y un amor indiscutibles. No habrían alzado un solo dedo contra sus
enemigos, prefiriendo mil veces morir antes que traicionar la verdad que
vinieron a trasmitir. Buda habría muerto luchando contra los sacerdotes si la
grandeza de su amor no se hubiera revelado igual que sus esfuerzos para
reformarlos. Cristo murió en la cruz, coronado de espinas, desafiando al poder
de todo un imperio. Si yo, a mi vez, opongo una resistencia de naturaleza no
violenta, no hago más que seguir humildemente las huellas de esos grandes
maestros
El credo de la no
violencia.
El credo de la no
violencia se basa en asumir que, en su esencia, la naturaleza humana es una
sola y por lo tanto responde infaliblemente a los avances del amor... Para su
éxito, la táctica no violenta no depende de la buena voluntad de los
dictadores, pues el resistente no violento depende de la infalible asistencia
de Dios que lo sustenta a través de las dificultades que, de otro modo, serían
insuperables.
Con un
entrenamiento apropiado y técnica adecuada, la no violencia puede ser
practicada por masas humanas.
En la no violencia,
las masas humanas tienen un arma que le permite a un niño, a una mujer e
inclusive a un hombre decrépito, resistir exitosamente al gobierno más
poderoso. Si tu espíritu es fuerte, la simple carencia de fortaleza física deja
de ser una desventaja.
Nada justífica la
violencia
Para alcanzar una
victoria, no acepto el más mínimo acto de violencia... A pesar de mi simpatía y
admiración por la nobleza de algunas causas, estoy completamente en contra de
que se las defienda por métodos violentos. En consecuencia, no existe ningún
acuerdo posible entre la escuela de la violencia y mis concepciones.
La primera
condición de la no violencia es la justicia expandida a todo territorio de la
vida. Quizás es esperar demasiado de la naturaleza humana. Sin embargo, no creo
que sea así. Nadie debería dogmatizar sobre la capacidad de la naturaleza
humana para la degradación o la exaltación.
La historia enseña
que nos vemos agobiados por los males que sufren los vencidos cuando son
oprimidos brutalmente, aun con las mejores intenciones, cuando se encuentran
bajo el fardo de la miseria.
A la dignidad
humana se la preserva mejor no mediante el desarrollo de la capacidad para
manejar la destrucción, sino por el rehusarse a la represalia. Es posible
entrenar a millones en las oscuras artes de la violencia, lo cual viene a ser
la ley de la bestia. Resulta más factible capacitarlos en las artes claras de
la no violencia, que es la ley del hombre regenerado.
La ley del hombre
regenerado
La no violencia
actúa de manera altamente misteriosa. Frecuentemente, en los términos de la no
violencia, los actos de un hombre se resisten a todo análisis. También resulta
frecuente que sus actos tengan la apariencia de violentos, a pesar de ser él
totalmente no violento en el sentido más elevado de la palabra; su postura se
verá confirmada tarde o temprano.
El primer principio
de la acción no violenta consiste en no cooperar con cualquier cosa que sea
humillante.
La única virtud que
procuro reivindicar es la verdad y la no violencia. No pretendo asumir ningún
poder sobrehumano. No sabría qué hacer con él. Soy de carne y hueso como el más
pequeño de mis semejantes; débil y falible como cualquier hombre. Los servicios
que practico están muy lejos de ser perfectos; pero hasta ahora, Dios ha
querido bendecirlos, pese a sus deficiencias.
Incapacidad para
odiar
La no violencia,
que es una cualidad del corazón, no puede surgir mediante una apelación al
cerebro.
Me considero incapaz
de odiar a nadie. Hace más de cuarenta años que, gracias a la oración y a un
prolongado trabajo sobre mí mismo, no he sentido odio hacia nadie. Advierto
perfectamente que es una confesión presuntuosa, pero la hago con plena
humildad. Al mal sí lo odio con todas mis energías. Siento horror por el
régimen que los británicos han establecido en la India. Odio la manera
despiadada con que se explota a nuestro país... Pero no siento ningún odio por
los ingleses que nos oprimen, ni por los hindúes que no tienen piedad con sus
hermanos. Procuro reformarlos con la ayuda de todos los medios que el amor pone
a mi disposición.
La independencia de
la India
Los responsables de
nuestra sujeción no son tanto los fusiles británicos como nuestra colaboración
voluntaria.
La independencia de
mis sueños significa Ramarajya, o sea, el Reino de Dios en la tierra... La
independencia debe ser política, económica y moral. "Político" quiere
decir: remoción del control del ejército británico. "Económico" significa
libertad entera respecto de los capitalistas británicos y del capital, pero
también de sus contrapartes hindúes. "Moral" significa libertad de
las fuerzas armadas de defensa.
La simple retirada
de los ingleses no es sinónimo de independencia. Esta palabra significa la toma
de conciencia por parte de cada aldeano, de que es artífice de su propio
destino y de que, por medio de su representante, es su propio legislador.
Proclamo ser un
apasionado buscador de la verdad, que no es más que otro nombre para Dios. En
el transcurso de esa búsqueda vino hacia mí el descubrimiento de la no
violencia. Su expansión es mi misión en la vida. No tengo otro interés en el
vivir, salvo la consumación de esa misión.
Misión en la vida
Mi alma resistirá
todo reposo mientras asista impotente a un solo sufrimiento o a una sola
injusticia. Pero débil, frágil y miserable como soy, no sabría remediar todos
esos males y no podría en adelante lavarme las manos. El espíritu me tironea
desde un lado, y la carne desde el otro. La libertad emana de la acción
conjunta de esas dos fuerzas; pero sólo se llega a ella lentamente, tras
prolongadas etapas y penosas dificultades. No conseguiré la libertad por medio
de una negativa sistemática a actuar, sino por una acción reflexiva y llevada a
cabo en medio de un completo desprendimiento. Esta lucha lleva constantemente a
una crucifixión de la carne para dar mayor libertad al espíritu.
Jesús redentor del
mundo
Jesús habría vivido
y muerto en vano si no nos hubiera enseñado a regular la totalidad de la vida
mediante la eterna ley del amor.
Jesús fue tal vez
el más activo resistente que se haya conocido en la historia. La suya fue no
violencia por excelencia.
Jesús, un hombre
que era completamente inocente, se ofreció a sí mismo por el bien de otros,
incluidos sus enemigos, y se volvió la redención del mundo. Fue un acto
perfecto.
Quien encuentra la
muerte sin dar un solo golpe, cumple con su deber en un ciento por ciento. El
resultado está en las manos de Dios.
No corro tras el
martirio. Pero lo habré de merecer si se me presentase como la consecuencia
suprema del testimonio que hay que dar a veces para defender la fe.
Ningún hombre, si
es puro, tiene algo más precioso que ofrendar que su propia vida.
No quiero renacer.
Si ello debiera suceder, me gustaría encontrarme entre los agobiados intocables
hindúes, para compartir sus preocupaciones, sus sufrimientos y las afrentas que
les asestan. De ese modo, tal vez se me ofreciese la ocasión de liberarlos y
liberarme de esa miserable condición.
La no violencia es
para todos
A nadie le pido que
me siga. Cada cual debe seguir su propia voz interior.
La no violencia es
un instrumento al alcance de todos: niños, jóvenes o adultos, con tal que crean
efectivamente en el Dios del Amor y extraigan de esa fe un amor igual para con
todos. Si se acepta la no violencia como ley de vida, afectará a todo el ser y
no apenas a unas cuantas acciones aisladas.
Una revolución no
violenta no es un programa para la toma del poder. Es un programa para la
trasformación de las relaciones, de modo tal que se desemboca en una
trasferencia pacífica del poder
Servir a la India
Estoy dispuesto a
sacrificarlo todo por mi país, excepto dos cosas y solamente esas dos: la
verdad y la no violencia. Por nada del mundo las sacrificaría por cualquier
otra ventaja. Porque para mí, la verdad es Dios y no existe ningún otro medio
para encontrarla que seguir el sendero de la no violencia. Me niego a servir a
la India a costa de la verdad o de Dios. Pues quien empieza por sacrificar la verdad
termina traicionando a su país y abandonando inclusive a sus propios padres y a
los seres más queridos por su corazón.
Aspiro a que en los
niños se desarrollen las manos, el cerebro y el alma. Las manos casi han
quedado atrofiadas; y también el alma ha quedado muchas veces en algún rincón.
Si la no violencia
no apela a tu corazón, deberías desecharla.
Los hombres se
encuentran ante una encrucijada: tienen que elegir entre la ley de la jungla y
la ley de la humanidad.
No alimentar el
odio
La no violencia
alcanza toda su eficacia cuando extrae su fuerza del espíritu. La no violencia
que no requiere más que la participación del cuerpo es propia de los débiles y
de los cobardes. Y entonces resulta absolutamente inoperante. Si guardamos en
nuestro interior el veneno del odio, asegurando que no queremos vengarnos,
nuestro veneno se vuelve contra nosotros y nos conduce a la perdición. Si no
tenemos un amor fuerte y generoso, por lo menos deberemos evitar que nuestro
odio sea alimentado, para no soportar las terribles consecuencias de una falta
de violencia meramente física.
La no violencia no
puede ser predicada. Debe ser practicada.
Si aspiramos a ser
no violentos, debemos desear que aquello que tenemos no supere lo que tienen
los más desprotegidos del mundo.
No podría vivir un
solo segundo, sin religión. Muchos hombres políticos, amigos míos, pierden su
esperanza en mí porque dicen que hasta mi política está inspirada en la
religión. Es cierto. Todas mis actividades políticas y de cualquier otro tipo
se explican, efectivamente, por mi religión. Incluso me atrevería a decir que
todos los actos de un hombre religioso tienen que inspirarse en su religión.
Esta palabra, en verdad, pone el acento en el vínculo que nos religa a Dios.
Pues bien, ¿no es él quien reina en nuestro más pequeño soplo?
Vivir en actitud
religiosa
No concibo la
religión como una de las tantas actividades del hombre. La propia actividad
puede hacerse con un espíritu religioso o irreligioso. Mi concepción de la
religión no tiene por qué hacerme abandonar la política. Para mí, el más
pequeño de mis actos está regulado por lo que considero que es mi religión.
La no violencia es
la fuerza más grande que la humanidad tiene a su alcance. Es más poderosa que
el arma más destructiva inventada por el hombre. La destrucción no corresponde
en nada a la ley de los hombres. Vivir libre es estar dispuesto a morir, si es
preciso, a manos del prójimo, pero nunca a darle la muerte. Sea cual fuere el
motivo, todo homicidio y todo atentado contra la persona es un crimen contra la
humanidad.
La verdad
El primer paso
hacia la no violencia es resolver con firmeza que toda la falsedad y la
violencia deben ser para nosotros un tabú, sea cual fuere el sacrificio que
ello nos demande.
La verdad reside en
el corazón de todo hombre. Allí es donde hay que buscarla para ser guiados por
ella, tal como, al menos, se nos presente. Sin embargo, no tenemos derecho a
obligar a los demás a obrar según nuestra propia manera de ver la verdad.
Es preciso
distinguir entre el hombre y sus actos. Puede pensarse muy bien en una
oposición y en un ataque a un sistema. Pero querer atacar directamente al autor
de ese sistema equivale a querer emprender un ataque contra uno mismo. ¿Dios no
nos ha hecho idénticos? ¿No somos todos hijos de un mismo y único Creador? Y en
cuanto tales, ¿por qué nos vamos a atrever a afirmar que los poderes divinos
que hay en nosotros son infinitos? Violentar a un solo ser humano es profanar
esos poderes divinos y perjudicar no sólo a ese adversario sino, a través de
él, a toda la humanidad.
Confrontación de
las virtudes
Sé que el progreso
de la no violencia es aparentemente un progreso muy lento. Pero la experiencia
me ha enseñado que es el camino más acertado para una meta común.
En cualquier
hombre, las virtudes de la misericordia, la no violencia, el amor y la verdad
sólo pueden ser auténticamente puestas a prueba cuando se confrontan con la
crueldad, la violencia, el odio y la falsedad.
La no violencia es
un principio universal que debe triunfar inclusive en la adversidad. Su
eficacia puede medirse precisamente cuando hay que enfrentarse con un ambiente
hostil. Nuestra no violencia no conduciría a nada si su éxito tuviera que
depender de la buena voluntad de las autoridades que nos gobiernan.
Es injusto todo
orden económico que ignore o que desprecie los valores morales. El hecho de
extender la ley de la no violencia al terreno de la economía significa nada
menos que considerar los valores morales en la fijación de las reglas del
comercio internacional
Amor por la
humanidad
Adoptar el
principio de la no violencia obliga a separarse de toda forma de explotación.
Mi vida constituye
un todo indisoluble: un mismo vínculo es el que enlaza cada una de mis
acciones. Todas ellas tienen su fuente en un amor inextinguible por la
humanidad.
Sólo Dios conoce la
mente de una persona; y el deber de un hombre de Dios es proceder tal como lo
indica su voz interna. Proclamo que acciono de acuerdo con ella.
Quienes se sientan
atraídos por la no violencia debieran, según sus dones y sus oportunidades,
unirse al experimento.
Creo que la
verdadera democracia sólo puede ser resultado de la no violencia. No se puede
organizar ninguna federación mundial salvo si su estructura tiene como base la
no violencia. En tal caso, habrá que renunciar a toda violencia en los asuntos
internacionales.
El estado no
violento
Un estado no
violento deber tener una base amplia fundada en la voluntad de un pueblo
inteligente, capaz de conocer su mente y actuar de acuerdo con ella.
La ahimsa (no
violencia) es uno de los mayores principios del mundo que ninguna fuerza de la
tierra puede erradicar. Millares como yo pueden morir reivindicando el ideal,
pero la ahimsa jamás morirá. Y el evangelio de la ahimsa puede expandirse sólo
a través de creyentes que mueren por la causa.
No tengo nada de
visionario. No tengo ninguna pretensión de santidad. Soy un ser terrenal y con
los pies en la tierra. Me siento inclinado a las mismas debilidades que
ustedes. Pero he visto el mundo. He vivido con los ojos bien abiertos. He
atravesado las pruebas más duras que pueden sacudir a un hombre. Y eso es lo
que me ha formado.
La caridad
La ahimsa es imposible sin caridad; no
sucede, salvo que se esté embebido de caridad. Sólo quien se siente uno con su
oponente puede recibir sus golpes como si fueran flores. Inclusive ese hombre,
si Dios lo favorece, puede realizar la obra de mil. Eso requiere energía del
alma -coraje moral- de la especie más elevada.
No hay ninguna
valentía mayor que la de negarse hasta el fin a doblar la rodilla ante un poder
terrenal, sea cual fuere su grandeza, haciéndolo sin agresividad alguna, con la
fe cierta en que es el espíritu -y sólo él- lo que vive.
Un reformador no
tiene que navegar a favor de la corriente. Muy a menudo debe navegar en contra
de ella, aunque eso le cueste la vida.
Ya atentaron varias
veces contra mi vida. Hasta ahora Dios me ha librado y mis agresores se han
arrepentido de haber obrado de esa manera.
Cómo concretar la
libertad
Si alguno tuviera
que matarme, creyendo que se libraba de un canalla, no habría matado al
verdadero Gandhi sino a otro que él se imaginó por equivocación.
Si la libertad
tiene que concretarse, debe ser obtenida mediante nuestra fortaleza interna,
mediante nuestras filas compactas, mediante la unidad entre todos los sectores
de la comunidad.
La vida es una
aspiración a la perfección, a la realización de sí mismo. No hay que rebajar
ese ideal, por culpa de nuestras debilidades o nuestras imperfecciones. Las
mías las tengo muy presentes y me llenan de desconsuelo. Todos los días le
suplico silenciosamente a la verdad que venga en mi ayuda para librarme de
ellas.
La ahimsa no es el
devoto que actúa con su propia fuerza. La fortaleza proviene de Dios... Nunca
me he atribuido la menor potencialidad.
El `gandhismo"
no existe
La no violencia es
imposible sin la autopurificación.
No obedezco más que
a la verdad. Ella sola es el objeto de mi entrega.
No existe el
"gandhismo" ni quiero que se constituya una secta después de mí. No pretendo
ni mucho menos haber sido el origen de una nueva doctrina. Lo único que he
querido ha sido aplicar, a mi manera, unos principios de valor eterno para los
problemas de nuestra vida cotidiana... Mis opiniones y conclusiones no son
definitivas. Puede aportárseles cualquier modificación, de un día para otro. No
tengo nada nuevo que enseñar al mundo. La verdad y la no violencia carecen de
edad. He intentado simplemente poner en práctica, con unos cuantos
procedimientos experimentales, esas virtudes, a una escala tan amplia como me
ha sido posible.
La vida es una
aspiración. Nos impulsa a buscar la perfección, con todas nuestras fuerzas.
Nuestras debilidades y limitaciones no nos autorizan a rebajar ese ideal. El
que liga su destino con la ahimsa, ley del amor, ayuda a vencer las fuerzas de
la destrucción y a hacer progresar las fuerzas de la vida y del amor. Por el
contrario, quien sólo sueña con la violencia, deja sueltas todas las energías
maléficas que siembran la muerte y el odio.
Energías benéficas y
maléficas
Conozco el sendero.
Es estrecho y sin rodeos, como el filo de una espada. Me lleno de gozo cada vez
que avanzo por él y me agobio cuando doy un paso en falso. Según la palabra de
Dios, "quien lucha sin descanso tendrá la vida eterna". Tengo fe
implícita en esta promesa. Es verdad que he caído mil veces por culpa de mi
debilidad, pero sigo manteniendo la esperanza de ver la luz, el día en que la
carne quede perfectamente rendida.
De un mal nace,
muchas veces, un bien. Pero esto depende de Dios, no del hombre. El hombre
tiene que saber sencillamente que el mal viene del mal. Lo mismo que el bien,
por su parte, se explica por el bien. La lección que hay que sacar de esta
tragedia de la bomba atómica es que no nos libraremos de su amenaza fabricando
otras bombas todavía más destructoras, puesto que la violencia no es capaz de
hacer desaparecer la violencia. La humanidad no puede librarse de la violencia
más que por medio de la no violencia. Sólo el amor es capaz de vencer al odio.
Responder al odio con el odio equivale a agravar más todavía sus efectos.
El mal viene del
mal
El no violento
tiene que disponerse a los sacrificios más exigentes, para superar el miedo. No
se pregunta si va a perder su casa, su fortuna o su vida. Hasta que no supere toda
aprensión, no podrá practicar la ahimsa en toda su perfección. El único temor
que conserva es el de Dios. El que busca refugio en Dios no tarda en vislumbrar
el Atman (alma o ser trascendental) que trasciende el cuerpo. Y es entonces
cuando no hay nada que nos ate al cuerpo. Por consiguiente, según se entrene
uno en la violencia o en la no violencia, tendrá que apelar a técnicas
diametralmente opuestas. La violencia es necesaria para proteger los bienes
temporales. La no violencia es indispensable para asegurar la protección de
nuestro honor y del Atman.
Este sorprendente
siglo
En este siglo lleno
de sorprendentes inventos, nadie puede decir que una cosa o una idea carezca de
valor por el hecho de ser nueva. Afirmar que una empresa es imposible, por ser
difícil, sería obrar en contra del espíritu de nuestra época. Todos los días
vemos realizarse cosas que no podían imaginarse el día anterior. Lo imposible
no cesa de ceder terreno a lo imposible. En el campo de la violencia, los más
recientes descubrimientos son especialmente asombrosos. Pero estoy seguro de
que todavía se harán descubrimientos más maravillosos en el terreno de la no
violencia.
Es tan estrecho el
vínculo entre el cuerpo y el espíritu que, cuando uno de los dos pierde el
equilibrio, todo el sistema sufre las consecuencias. Por consiguiente, para
estar sano en el verdadero sentido de la palabra, hay que ser muy puro. Los
malos pensamientos y las pasiones desordenadas no son más que formas diversas
de enfermedad.
Por ejemplo, no es
que yo sea incapaz de encolerizarme, pero casi siempre he logrado dominarme.
Puedo dejarme sorprender, pero siempre procuro de forma consciente y deliberada
seguir siendo fiel continuamente a las exigencias de esos combates interiores.
Cuanto más me esfuerzo en ello, más gozo tengo de vivir. Es la prueba de que
esa ley está en conformidad con el plan del universo. Encuentro allí una paz y
un sentido de los misterios de la naturaleza, que desafían toda descripción
El gozo de vivir
Si soy un verdadero
maestro de la ahimsa, estoy seguro de que pronto dejarás a tu maestro. Si eso
no sucede, sólo significará que soy un maestro incompetente. Pero si mi
enseñanza fructifica, habrá maestros de la ahimsa en cada hogar.
En la no violencia
pueden existir vetas de violencia. El esfuerzo constante del devoto, hacia la
no violencia, consiste en purgarse del odio por el así llamado
"enemigo". Eso de disparar un arma por amor, no existe.
Para un creyente en
la ahimsa resulta permisible y hasta constituye, un deber, distinguir entre el
agresor y el defensor. Habiéndolo hecho así, se alineará con el defensor, de un
modo no violento, o sea, dará su vida para salvarlo.
Paz en la familia
El mejor campo para
una operación de no violencia es la familia o la institución considerada como
familia. La no violencia entre los miembros de tales familias debería ser fácil
de practicar. Si eso falla, significa que no hemos desarrollado capacidad para
la no violencia pura.
Existe un prejuicio
natural contra el ayuno (huelga de hambre) como parte de la lucha política. El
político común la considera como una interpolación vulgar, aunque siempre ha
sido un recurso de los prisioneros. Mis propios ayunos estuvieron siempre
estrictamente de acuerdo con el programa de la sathyagraha; bajo ciertas
circunstancias, su "arsenal" representa el arma más grande y más
efectiva. No cualquiera está calificado para emprenderlo sin un curso
preparatorio adecuado.
El ayuno no puede
ser emprendido mecánicamente. Es algo poderoso, pero se vuelve peligroso si se
maneja incompetentemente. Requiere una purificación completa de sí mismo, mucho
mayor de la que hace falta cuando se enfrenta la muerte, aunque el impulso de
represalia sea mental.
Infalibilidad de la
ahimsa
La ahimsa es
siempre infalible. Por lo tanto, cuando parece haber fallado, la falla se debe
a la ineptitud del devoto.
Nuestra no
violencia continúa siendo todavía un asunto confuso. Sin embargo, ahí está y
sigue funcionando como un fermento, de manera invisible y silenciosa, poco
entendida por la mayoría. Pero es la única manera.
Diariamente pagamos
un precio muy elevado por el error inconsciente que hemos cometido al confundir
la resistencia pasiva con la no violencia.
Puede asegurarse
que un conflicto fue solucionado según los principios de la no violencia si no
deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte en amigos. Pude
experimentar lo en Sudáfrica, con el general Smuts. Enemigo irreductible al
comienzo, actualmente es mi amigo más cordial.
Todo nace de la
acción
En este mundo no se
ha hecho nunca nada que no se deba a la acción. Rechazo la expresión
"resistencia pasiva" porque no traduce por completo la realidad y
podría verse en ella el arma de los débiles.
La no violencia es
mi credo. Jamás lo fue del Congreso hindú. Para el Congreso fue siempre una
política.
La ley de la
sathyagraha requiere que un hombre, sin armas y sin ningún otro recurso para
encontrar una solución, cumpla el sacrificio supremo inmolando su propio
cuerpo.
No soy otra cosa
que un humilde explorador de esa ciencia que se llama no violencia. Sus
profundidades insondables no dejan de llenarme de confusión y de maravilla,
igual que a mis demás compañeros de investigación.
No violencia no es
cobardía
Mi fe en la no
violencia me da mucha fortaleza para obrar. Hay que rechazar por completo toda
cobardía y hasta la más pequeña debilidad. No es posible esperar que un cobarde
se convierta en no violento, pero sí cabe esperar esto de un violento. Por eso,
nunca lo repetiré bastante: si no sabemos defender por nosotros mismos a
nuestras esposas y nuestros templos, recurriendo a la fuerza que brota de la
renuncia; o sea, si no somos capaces de no violencia, debemos por lo menos, si
somos hombres, atrevernos a emprender la lucha para defendernos.
Quien no puede protegerse
a sí mismo ni proteger a sus seres más cercanos y más queridos, o su honor,
enfrentando la muerte mediante la no violencia, debe y tiene que hacerlo
encarándose violentamente con el opresor. Quien no puede hacer una de ambas
cosas, resulta una carga.
La no violencia no
es una pantalla para la cobardía sino que es la virtud suprema del valiente...
La cobardía es enteramente incompatible con la no violencia... La no violencia
presupone la capacidad de golpear.
No violencia no es
cobardía
La ahimsa es un
atributo de los bravos. La cobardía y la ahimsa no van juntos mucho más de lo
que van el agua y el fuego.
Permitir que, en
nombre de la ahimsa, los cultivos sean comidos por los animales, mientras
existe una hambruna, es por cierto un pecado.
En la sathyagraha,
la causa tiene que ser tan justa y clara como los medios.
Si la gente no está
preparada para ejercitar la no violencia de los valientes, debe estar preparada
para el uso de la fuerza como autodefensa. No tiene que haber disimulo
alguno... Jamás debe ser secreta.
En el diccionario
de la sathyagraha, la palabra "enemigo" no existe.
En un punto secreto
de mi corazón, estoy en perpetua polémica con Dios porque permite que prosigan
cosas como la guerra. Mi no violencia parece casi impotente. Pero al final de
la discusión cotidiana viene la respuesta: ni Dios ni la no violencia son
impotentes. La impotencia está en los hombres. Debo seguir intentándolo sin
perder la fe, aunque me destroce en el intento.
La falla no está en
la no violencia
La violencia de los
motines populares no significa que la no violencia haya fallado. Lo mejor que
podría decirse es: no encontré todavía la técnica requerida para la conversión
de la mente masiva.
No tengo deseos de
vivir, si la India se sumerge en un diluvio de violencia, como amenaza hacerlo.
Estoy en el medio de las llamas. Que el fuego no me consuma, ¿es la bondad de
Dios o es su ironía ?
Si no tengo nada
que ver con la violencia organizada que promueve el gobierno, tampoco tengo
nada que ver con la violencia desorganizada del pueblo. Antes que verme en la
necesidad de elegir entre las dos, preferiría más verme aplastado por alguna de
ellas.
Cuando la ahimsa
sea universal
Mi fe es tan
poderosa como siempre lo fue. Es bastante posible que mi técnica tenga
fallas... A mis consejeros puedo decirles que deberían tener paciencia conmigo
hasta que compartan mi creencia de que no hay esperanza para el doliente mundo
salvo a través de la angosta y recta senda de la no violencia. Millones como yo
podrían fallar en probar la verdad en sus propias vidas; ese sería apenas su
fracaso, jamás el de la ley eterna.
Cuando la práctica
de la ahimsa se vuelva universal, Dios reinará en la tierra así como lo hace en
los cielos.
Tal vez sea un
error describir mi actual estado mental como depresión. No soy lo
suficientemente vano como para pensar que el propósito divino sólo puede
realizarse a través de mí. Podría ser que haga falta un instrumento más eficaz
para llevarlo a cabo o que yo no sea lo suficientemente bueno para representar
a una nación débil o a una fuerte. ¿No será que para el propósito final hará
falta un hombre más puro, más corajudo, más visionario? Esto es pura
especulación. Nadie tiene la capacidad de juzgar a Dios. Somos gotas en ese
ilimitado océano de misericordia.
La ley de la
especie humana
La no violencia es
la ley de nuestra especie, por la misma razón que la violencia es la ley de los
brutos. En el hombre brutal todavía no se ha despertado el espíritu: no conoce
más ley que la fuerza física. La dignidad humana exige que el hombre se refiera
a una ley superior que haga vibrar la fuerza del espíritu.
No se puede ser
genuinamente no violento y permanecer pasivo ante las injusticias sociales.
Tengo la firme
certeza de que la ética constituye la base de todo y tiene como sustancia la
verdad. Por otra parte, asumí la verdad como mi único objetivo. Día tras día
aumentaba su importancia ante mis ojos, mientras le otorgaba a esa palabra un
significado cada vez más profundo.
Resulta imposible
identificarse con todo lo viviente, sin una purificación personal. Si uno no se
purifica, es inútil y quimérico observar la ahimsa. Si uno no es puro de
corazón, nunca podrá realizar a Dios. Dicha purificación debe ejercerse en
todos los planos. Y entonces, gracias a su virtud eminentemente contagiosa,
conduce a una purificación de todo lo que nos rodea.
La ley suprema
Considero que la no
violencia no tiene nada de pasivo. Todo lo contrario: es la potencialidad más
activa del mundo... Es la ley suprema. En los términos de la no violencia nunca
encontré alguna situación que me haya desconcertado por completo. En algún
momento, siempre se presentó el remedio.
No me propongo
solamente liberar a la India del yugo inglés. Estoy empecinado en liberarla de
todas las formas de esclavitud que pesan sobre ella. No tengo deseo especial
alguno de cambiar un rey inútil por un rey que nos explote. Por eso he creado
el movimiento de swaraj (autonomía), en el que a cada uno se le exige que se
purifique interiormente.
La genuina moralidad
consiste, no ya en seguir caminos trillados sino en encontrar por nosotros
mismos el verdadero camino que nos conviene, y en seguirlo de modo intrépido.
Dios se revela
cotidianamente
No he tenido
ninguna revelación especial de la voluntad de Dios. Estoy íntimamente
persuadido de que todos los días se nos revela, pero bloqueamos los oídos para
no escuchar esa vocecita calma; cerramos los ojos para no ver ante nosotros esa
columna de fuego.
Los profetas y los
avatares predicaron igualmente, más o menos, el valor de la ahimsa. Ninguno de
ellos fue pregonero de la violencia... ¿Cómo podría ser de otra manera? La
violencia no es de esas cosas que requieren enseñanza. En cuanto animal, el
hombre es violento; pero en cuanto espíritu, es no violento. Apenas empieza a
despertar a las exigencias de ese espíritu que habita en él, le resulta
imposible continuar siendo violento: o bien evoluciona en el sentido de la
ahimsa, o camina hacia su destrucción. Por eso, los profetas y los avatares
exaltaron los méritos de la verdad, de la armonía, de la fraternidad, de la
justicia y de otros muchos atributos de la ahimsa.
Lo que debe
prevalecer
La luz que hay en
mí brilla con todo su esplendor, sin desfallecer jamás. No hay ninguna salida
posible, fuera de la verdad y de la no violencia. Sé que la guerra es un mal,
un crimen que no admite excusas. Sé igualmente que debe ponerse todo el empeño
en que no reaparezca este azote de la humanidad. Estoy convencido de que una
libertad obtenida por medios poco honrados o gracias a la sangre de los demás,
no es libertad... Ni la falta de la verdad ni la violencia, sino únicamente la
no violencia y la verdad pueden responder a la ley de nuestro ser.
Me siento ligado a
la India con todo mi ser. Se lo debo todo. Pero estoy convencido de que tiene
una misión que cumplir. No debe imitar a Europa de una manera ciega. Si un día
la India se colocara deliberadamente entre los violentos, ese día comenzaría mi
calvario. Mi religión no conoce fronteras geográficas; está por encima del amor
que siento por la India. Si mi vida está consagrada al servicio de la India es
porque esta exigencia deriva de la religión de la no violencia, que está en la
fuente del hinduismo.
Ahímsa y himsa
La verdadera moral
es inseparable de la auténtica religión. Esta es a aquella, lo que el agua a la
semilla oculta en la tierra.
Himsa es causar
dolor o matar a cualquier forma de vida, por ira, con fines egoístas o con la
intención de dañar. Abstenerse de ello es ahimsa o no violencia.
Ahimsa es un
atributo del alma y, por consiguiente, debe ser practicada por todos en todas
las instancias de la vida. Si no se la puede practicar en cada uno de los
planos vitales, su validez práctica resulta inexistente.
La no violencia es
un estado perfecto. Es una meta hacia la cual se dirige la humanidad, de modo
natural pero inconsciente. El hombre no se vuelve divino por personificar la
inocencia: en tal caso sólo se convierte realmente en hombre.
Poseer armas
implica un elemento de temor, y hasta de cobardía. Pero la genuina no violencia
es imposible si no se posee una intrepidez inalterable
Las armas y la
cobardía
La no violencia y
la cobardía se excluyen mutuamente. Imagino con facilidad a un hombre armado
hasta los dientes, pero sin valentía alguna. El hecho de poseer un arma supone
cierto miedo, por no decir cierta cobardía. Si no hay genuina intrepidez,
tampoco hay auténtica no violencia.
Llamarme asceta es
un error. Los ideales que regulan mi vida son los que en general acepta la
humanidad. Llegué a ellos por una evolución gradual. Cada paso fue pensado,
reconsiderado y emprendido con la máxima deliberación. Tanto mi continencia
como mi no violencia tuvieron como punto de partida mi experiencia personal y
se volvieron necesarias para responder a las exigencias del deber público.
La no violencia
tiene éxito solamente cuando tenemos una fe vivida en Dios.
`La vida alimenta a
la vida"
La tolerancia está
implícita en la no violencia. No somos otra cosa que unos pobres mortales,
expuestos a las contradicciones de la violencia. En el dicho "la vida
alimenta a la vida" hay un significado muy profundo. El hombre no puede
vivir un solo momento sin cometer -consciente o inconscientemente- una
violencia física. El hecho de comer, beber, vivir, caminar, lleva necesariamente
consigo la destrucción de ciertas formas de vida, por muy pequeñas que sean.
El mayor error es
creer que no hay ninguna relación entre el fin y los medios. Esa equivocación
ha hecho cometer crímenes innumerables a
personas que eran consideradas como religiosas. Es como si pretendiesen
que de una mala hierba brotara una rosa. El único medio para atravesar el
océano es un barco. Si, en su lugar, toman un coche, no tardarán en hundirse.
Según una máxima
digna de consideración, "el discípulo toma como modelo al Dios que
adora". Se ha trastocado el sentido de estas palabras y se ha caído en el
error. Los medios son como la semilla y el fin como el árbol. Entre el fin y
los medios hay una relación tan ineludible como entre el árbol y la semilla.
El poder político
Para mí, el poder
político no es un fin, sino uno de los medios que permite a los hombres mejorar
sus condiciones de vida en todos los planos. El poder político es lo que
permite dirigir los asuntos de un país, por medio de los delegados de la
nación. Si las ruedas del engranaje de la vida nacional alcanzasen tal grado de
perfección que les permitiese funcionar automáticamente, no sería necesario
tener delegados. Sería entonces un estado de anarquía ilustrada. En ese país,
cada uno sería su propio amo. Se dirigiría a sí mismo, sin molestar para nada a
sus vecinos.
Soy un simple
aprendiz. No poseo erudición profunda. Acepto la Verdad donde quiera que se
encuentre, y trato de vivir de acuerdo con ella.
En nuestro estado
actual somos en parte hombres y en parte bestias. En nuestra ignorancia, que
llega inclusive a la soberbia, sostenemos que cumplimos acabadamente el fin de
nuestra especie cuando devolvemos golpe por golpe, y desarrollamos la ira
requerida por dicho propósito. Suponemos que la represalia es la ley de nuestro
ser, pero en ninguna escritura encontramos que la venganza sea obligatoria sino
que apenas es permisible. Lo obligatorio es la restricción.
La ley de nuestro
ser
Observo con gran
temor un incremento del poder político del estado, porque aun cuando
aparentemente actúe bien reduciendo la explotación, le causa un enorme daño a
la humanidad pues destruye la individualidad que existe en la raíz de todo
progreso.
El estado ideal es
aquel en que no hay ningún poder político, en virtud de la desaparición del
estado. Pero en la vida nunca se realiza por completo el ideal. De ahí la
afirmación tan conocida de Thoreau, de que el mejor de los gobiernos es aquel
que gobierna menos.
En mi condición del
cobarde que fui durante años, yo albergaba violencia; sólo comencé a apreciar
la no violencia cuando pasé a despojarme de esa cobardía. Todo hombre que
profese la no violencia nada puede hacer excepto por la gracia de Dios. Sin
ella, no tendría el coraje de morir sin ira, sin temor, sin ánimo de venganza.
No violencia y
cobardía
Para que sea civil,
la desobediencia tiene que ser sincera, respetuosa, mesurada y carente de
cualquier recelo. Debe apoyarse en principios muy sólidos, no verse jamás
sometida a caprichos y, sobre todo, no dejar que la dicte nunca el rencor o el
odio.
En la democracia
que imagino -una democracia establecida por la no violencia- habrá idéntica
libertad para todos. Cada cual será su propio amor
Si me postro ante
Satanás, no hay nada que me autorice a esperar los resultados que Dios concede
a quienes lo adoran. Habría que considerar una locura peligrosa la idea de que
uno dijera: "Tengo intención de adorar a Dios; poco importa si, para ello,
recurro a la ayuda de Satanás. Se recoge exactamente lo que se siembra".
La mejor alianza
La religión de la
no violencia consiste en brindarles a todos los demás el máximo de comodidad
con el máximo de incomodidad para nosotros, aun a riesgo de nuestras vidas.
Debemos elegir
entre aliarnos con las fuerzas del mal o con las fuerzas del bien. Rezarle a
Dios no es más que una alianza sagrada entre Dios y el hombre. Alianza por
medio de la cual el hombre consigue librarse de las garras del príncipe de las
tinieblas.
La auténtica
moralidad consiste, no ya en seguir caminos trillados, sino en encontrar por
nosotros mismos el verdadero camino que nos conviene y en seguirlo de manera
intrépida.
La vida humana es
una serie de responsabilidades: no siempre es sencillo llevar a la práctica lo
que fue discernido como verdad. No soy más que un humilde pionero de la ciencia
de la no violencia. Su profundidad oculta me causa escalofríos a veces, así
como hace temblar a mis compañeros de tareas.
Error y verdad
Un error no se
convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él. Tampoco una
verdad puede convertirse en error cuando nadie adhiere a ella.
En el cielo, el sol
llena el universo entero con su calor vivificante; pero, si alguien tratase de
aproximarse a él, sería reducido a cenizas. Es lo que ocurre en referencia a la
Divinidad: nos volvemos semejantes a Dios a medida que practicamos la no
violencia. Pero jamás podemos volvernos totalmente iguales a Dios.
Cuando admiro lo
maravilloso de una puesta del sol o la luminosa belleza de la luna, mi alma se
expande en la adoración del Creador. Trato de
discernirlo con su perfección en todas sus criaturas. Pero tanto la
puesta como la salida del sol me significarían obstáculos si no me ayudasen a
pensar en Dios. Todo lo que impide que el alma alce vuelo es ilusión, trampa.
Nuestro cuerpo también, muchas veces, resulta un estorbo para nuestro rumbo
hacia las alturas.
El mundo de la no
violencia
En la autonomía
basada en la no violencia, nadie será enemigo de nadie, cada cual contribuirá
en su medida al bienestar común. Todos sabrán leer y escribir, y sus saberes
aumentarán días tras día. La enfermedad y los males estarán reducidos a un
grado mínimo. Nadie será indigente y el trabajador siempre encontrará empleo.
Bajo tal gobierno no habrá lugar para el juego por dinero, la bebida, la
inmoralidad ni el odio clasista.
Jamás se realizarán
suficientes experiencias y sacrificios para alcanzar el grado de perfecta
armonía con la naturaleza. Infortunadamente, en nuestros días la corriente va
en sentido contrario, con una fuerza tremenda. No se vacila en sacrificar
montones de vidas para rodear de comodidades y de obsequios a un cuerpo
perecedero, o para prolongar durante algunos instantes su efímera existencia.
De este modo, condenamos nuestro cuerpo y nuestra alma a la perdición.
Qué provoca todo
movimiento renovador
Todo movimiento que
merezca de verdad ese nombre pasa por cinco fases sucesivas: la indiferencia,
las burlas, las injurias, la represión y la estima. Ya hemos conocido la
indiferencia durante varios meses. Luego, el virrey se ha burlado muy
amablemente de nosotros. Vimos cómo a continuación se iban sucediendo las
injurias y los informes mentirosos. Los gobernadores provinciales y la prensa
hostil hicieron todo lo posible para llenar de injurias a nuestro movimiento.
Nos topamos ahora con la represión que, por el momento, se encuentra en una
etapa moderada.
Para resultar
eficaz, la no violencia exige una voluntad decidida a aceptar el sufrimiento.
No se trata para nada en un someterse servilmente a la voluntad del tirano sino
de oponerse con toda el alma a sus abusos. Respetando esta ley de nuestro ser,
un solo individuo puede llegar a desafiar todo el poder de un imperio basado en
la injusticia y -dejando a salvo su honor, su religión y su alma- logrará
fracturar los cimientos de tal imperio, o promover su regeneración.
Todo movimiento que
sobrevive a la represión -moderada o cruel impone invariablemente el respeto,
lo cual es sinónimo de éxito. Si somos fieles, esa represión puede ser
considerada como signo precursor de la victoria. Pero para ser fieles, no
debemos dejarnos intimidar en ningún caso. Mucho menos debemos dejarnos llevar
por la cólera, a un acto de venganza o de violencia. La violencia es un
suicidio.
El éxito de un
movimiento
No critico a los
británicos. Si nosotros fuésemos numéricamente tan débiles como ellos, quizás
habríamos recurrido a los mismos métodos. El terrorismo y la mentira son las
armas que utilizan los débiles y no los fuertes. Los británicos son
numéricamente débiles: nosotros somos débiles a pesar de nuestro número. De
aquí se deduce que cada cual arrastra al otro en su caída. El hecho es notorio:
los ingleses pierden fuerza de carácter después de una estancia en la India y,
en contacto con ellos, los hindúes pierden coraje y virilidad. Este proceso de
debilitamiento no es provechoso para nuestras dos naciones ni para la
humanidad. Pero si nosotros, los hindúes, tomamos nuestra suerte en nuestras
manos, los ingleses y el resto del mundo se ocuparán de sus propios asuntos.
Por consiguiente, nuestra contribución al progreso del mundo tiene que
consistir en poner orden en nuestra casa.
Liberación de la
India
No pretendo
únicamente liberar a la India del yugo inglés. Estoy decidido a liberarla de
todas las formas de esclavitud que pesan sobre ella. No tengo ningún deseo
especial de cambiar un rey inútil por un rey que nos explote. Por eso he
fundado el movimiento del swaraj (autonomía), en el que se le exige a cada cual
que se purifique interiormente.
No me interesa
prever el futuro. Sólo me ocupo del presente. Dios no me dio controles sobre el
instante venidero. Existen esperanzas de que el hombre violento sea no violento
algún día. Pero no hay esperanza alguna para el cobarde. Por eso, más de una
vez dije que si no sabemos cómo defender a nuestra propia persona, a nuestras
mujeres y nuestros lugares de trabajo, por la fuerza del sufrimiento -o sea, la
no violencia- debemos estar dispuestos a defenderlos, si somos hombres,
mediante la lucha.
El poder de los
gobernados
Hasta a los
gobiernos más despóticos les es imposible permanecer en el poder sin el acuerdo
de sus gobernados. Es verdad que el déspota cuenta muchas veces, gracias a la
fuerza, con el consentimiento del pueblo. Pero apenas el pueblo deja de temer
la fuerza del tirano, su poder se derrumba.
¿Cuáles son los
sacrificios que exige de nosotros la no colaboración? Debemos soportar de buena
gana las privaciones y los contratiempos en que corremos el peligro de caer,
después de haber retirado nuestro apoyo al equipo que gobierna contra nuestra
voluntad. Thoreau declara: "Es criminal detentar un poder y poseer
riquezas bajo un gobierno injusto. En este caso, la pobreza es una
virtud".
Las experiencias y
pruebas por las que pasé me sostuvieron y me dieron inmensas alegrías. Aunque
sé que todavía tengo frente a mí un camino difícil de atravesar. Tengo que
reducirme a mí mismo a la nada. En tanto el hombre, por libre decisión, no se
sitúe en el último escalón de la especie, no habrá salvación para él. La no
violencia es el límite más recóndito de la humildad
Combatir al mal
Puede ser que
cometamos errores durante la fase de transición. Podrían evitarse ciertos
sufrimientos. Pero, de todas formas, esto vale más que ver castrada a toda una
nación.
Para obtener
reparación de la injusticia, debemos negarnos a esperar que el culpable tome
conciencia de su iniquidad. Hay que evitar hacerse cómplice de esa iniquidad,
por miedo a sufrir nosotros mismos o ver sufrir por ello a los demás. Por el
contrario, hay que combatir el mal dejando de proporcionar nuestra ayuda al
malhechor, de una forma directa o indirecta.
Es una costumbre
deplorable decir que son falsos los pensamientos de otro para pretender a
continuación que sólo los nuestros son exactos. Es no menos lamentable
considerar a los que tienen opiniones distintas de las nuestras como enemigos
de la patria.
No colaborar con la
injusticia
Si un padre se hace
culpable de injusticia, sus hijos tienen la obligación de abandonar el techo
paterno. Si el director de una escuela dirige su colegio sin respetar las
reglas de la moral, los alumnos deben abandonar esa institución,. Si el
presidente de una sociedad se dejara corromper, los miembros de la misma que no
quieran ensuciarse las manos tienen que dimitir. Del mismo modo, si un gobierno
cometiera una injusticia grave, el ciudadano tiene que retirarle su
colaboración en todo o en parte, impidiendo que los dirigentes cometan sus
fechorías. En todos estos casos, nos encontramos con un elemento de sufrimiento
moral o físico. Sin ese sufrimiento, sería imposible llegar a la libertad.
Si estuviese seguro
de encontrar a Dios en una caverna del Himalaya, iría hacia allí de inmediato.
Pero sé que sólo se encuentra en el corazón de la humanidad.
Dios no es una
persona. Es la potencia misma, la esencia de la vida, conciencia pura e
inalterable. Es eterno. No obstante, resulta curioso cómo algunos son incapaces
de recibir de esta presencia viva y omnipresente todo el provecho y la ayuda
que ella irradia.
Tradición y reforma
El hombre de verdad
no está obligado a ajustarse siempre a la tradición. Debe estar dispuesto a
convertirse en reformador y, si él mismo descubre que cometió errores, tiene
que reconocerlos públicamente, sean cuales fueren las consecuencias, y hacer lo
posible para corregirlos.
No soy un visionario.
Intento ser un idealista con sentido de la realidad. La religión de la no
violencia no está reservada únicamente a los rishis (visionarios) y a los
santos. Está destinada a todo el mundo.
Debemos hacer que
la verdad y la no violencia sean practicadas por grupos y comunidades, no
apenas por individuos. Tal es mi sueño: viviré y moriré tratando de llevarlo a
cabo. Mi fe me ayuda a descubrir verdades nuevas todos los días.
El ayuno
Mi concepto de la
no violencia no me lleva a escapar del peligro y dejar sin protección a mis
seres queridos. En la alternativa entre la violencia y la fuga cobarde, sólo
podría preferir la violencia en vez de la cobardía. Tampoco puedo recomendarle
la no violencia a un cobarde, así como no puedo invitar a un ciego a que disfrute
espléndidos panoramas.
Ayunar no es más
que un medio para llegar a controlarse. No es suficiente hacer ayunar al
cuerpo: hay que someter del mismo modo al espíritu. Si no, corremos el peligro
de caer en la hipocresía y de acabar en un desastre.
Creo en la unidad
absoluta de Dios y, por consiguiente, también en la de la humanidad. No importa
que tengamos muchos cuerpos. Sólo tenemos un alma. La refracción multiplica los
rayos del sol, pero todos tienen la misma fuente.
No puede erigirse
la no violencia en una civilización fabril, aunque sí es posible hacerlo en
ciudades autosuficientes. Tal como la concibo, la economía rural evita por
completo la explotación; y la explotación es la esencia de la violencia
Misión de Gandhi
Mi misión no habrá
concluido` el día en que todos los hindúes se amen como hermanos. Tampoco
finalizará con la liberación de la India, si bien por ahora le consagro a esta
labor mis mejores fuerzas y casi todo mi tiempo. Lo que procuro a través de la
liberación de la India es impulsar a todos los hombres a que formen una sola
comunidad fraternal.
No le pido a la
India que practique la no violencia, por el hecho de que sea débil. Anhelo que
lo haga con conciencia de su fortaleza y de sus posibilidades. Para convencerse
de su potencialidad, no es necesario seguir un entrenamiento militar. Creemos
que hace falta tal entrenamiento porque subestimamos nuestros medios. Quiero
que mi país comprenda que tiene un alma imperecedera y que puede triunfar sobre
todo lo que lo ha humillado, poniendo fin a todas las formas de opresión
basadas en la fuerza física.
No violencia es
norma de conducta
La no violencia no
es una virtud monacal orientada a procurar la paz interna y a garantizar la
salvación individual, sino una norma de conducta necesaria para vivir en
sociedad, pues garantiza el respeto a la dignidad humana y permite que progrese
la causa de la paz, sobre la base de los anhelos más fervorosos de la
humanidad.
La finalidad
suprema del hombre es discernir a Dios: todas sus actividades políticas,
sociales y religiosas deben tender a este fin último. Concretamente, es preciso
consagrarse' directamente al servicio de los demás, pues el único medio de
hallar a Dios es salir a su encuentro en su creación y no formar con ella más
que una sola cosa.
Muy poco sabe el
mundo lo mucho que mi llamada grandeza depende de las incesantes labores y de
los sufrimientos de silenciosos trabajadores, hombres y mujeres, devotos,
eficientes y puros.
Gandhi por Gandhi
Lo que hago, puede
ser realizado por todos. Porque no soy sino un mortal común, sujeto a las
mismas tentaciones y propenso a las mismas debilidades de los mejores entre
nosotros. Cuando yo sea incapaz de practicar el mal, cuando no emita ninguna
palabra áspera o arrogante (por un instante siquiera) mi mundo mental -sólo
entonces y no antes y mi no violencia conquistarán el corazón del mundo entero.