Escrito y difundido hace casi 60 años
“DUO TESTES HABET ET BENE PENDENTES”
La frase del título,
que en latín quiere decir “dos testículos tiene y bien puestos” no es una
expresión estética ni de intención grosera. Se trata de la fórmula con que
desde los balcones del Vaticano un cardenal anuncia al pueblo la designación de
un nuevo Papa, luego de la tradicional fumata.
Esas palabras
definen la viril función de lucha y valentía que cabe a los pastores, quienes
son defensores, cuidadores de rebaños. Vale pues la pena recordar en la
Argentina este concepto, pues vemos que aquí nuestros pastores hacen amistad
con los lobos y nos abandonan a sus voracidades. Al decir esto, no cometemos
ninguna irreverencia. Y tampoco somos obsecuentes cuando aplaudimos las
actitudes de Juan XXIII, siempre
celoso partidario de las masas populares.
El Santo Padre nunca
tiene inconvenientes en recordar con orgullo su vieja amistad con Evita, a quien trató en París, cuando era Nuncio del Vaticano. Sin embargo,
nuestros monseñores actúan como Pilatos. Juan XXIII, a cuanto argentino lo
visitó (desde Aramburu a Frondizi
para abajo), les preguntó por los resto de Evita
exhortando a la inmediata devolución a sus familiares para recibir cristiana
sepultura.
Pero aquí la jerarquía eclesiástica no se da por enterada y hasta
parece cómplice de tamaña herejía.
El Sumo Pontífice
habla a menudo de reforma agraria, de la explotación de los países
subdesarrollados, de la prensa amordazada y mentirosa, de los derechos de los
trabajadores, de salarios justos, de participación en las ganancias, de
tolerancia religiosa, de cooperativismo y de mil cuestiones candentes sobre
problemas reales y concretos, con sus pies de campesino sobre la tierra firme,
aquí y ahora (hic et nunc).
El
conoce muy bien los peligros de su línea. Es el Papa más popular de todos los
tiempos, pero sus sabios conceptos hacia Cuba (la Cuba real de Fidel Castro) y sus coincidencias con
el Kremlin, especialmente en la
lucha por la paz, le crean un enemigo feroz: el imperialismo, que lo trata mal o ignora sin piedad. Nada de eso lo
desanima, ni aun las conspiraciones intestinas en el propio Santo Oficio, pues… bene pendentes.
La positiva
franqueza de Juan XXIII nos autoriza
a los cristianos a hablar con la misma valentía para decir cosas siempre
pensadas y nunca expuestas públicamente. Resulta pues necesario que nuestro
clero local sepa de una buena vez que sus pastorales son ladrillos indigeribles
de vaguedades imposibles de descifrar.
Alguien escribió que
“con el tiempo los dioses se hacen más
inteligentes” y ello cabe también a los creyentes. Esa verdad justifica la
desaparición de deidades absurdas. Y si a esta altura de la historia la
jerarquía católica no trata a su grey con la elevación y respeto que merece la
cultura y los avances de la época, continuará desmereciendo la seriedad de sus
miembros.
Las mayorías
humildes y explotadas del país desearían ver a sus pastores al frente de las
luchas contra sus enemigos. Al menos, se conformaría con una tibia comprensión
de sus dolorosos problemas. Más por el contrario, se los observa siempre al
lado de los lobos, chacales y gorilas. Eso
no quita que existan numerosos curitas gauchos con las cuales el pueblo se
siente identificado y comprendido, pero estos no llegan a obispos.
Juan XXIII ha
recibido tanto al patriarca ruso y Jacqueline Kennedy como a los Globe Troters
y a un circo ambulante. Pero en la Argentina ningún humilde obtiene audiencia
con los cardenales.
Los
familiares de los presos Conintes (trabajadores que llevan años de inicuo
confinamiento) cuando han pedido intervenir a sus pastores, sólo aconsejaron
rezar y esperar justicia… en el otro mundo. En cambio, cuando son
detenidos golpistas, entonces Su Eminencia no reza; corre a la Presidencia y gestiona
libertades.
El anciano Papa, en
sus pocos años de reinado espiritual, según Time del 4 de enero, se ha hecho lugar entre sus múltiples
ocupaciones para efectuar 139 salidas
del Vaticano para visitar orfanatos, hospitales, cárceles, escuelas, etc.
actividad para la cual nuestro Cardenal y Obispo no tiene tiempo. (Aclaremos:
esto se escribe con dolor desde la celda de confinamiento de un cristiano, a
1300 kms. de su hogar, hogar del que estuvo ausente cuando bautizaron a su hija
menor y cuando celebraron la primera comunión otros dos hijos).
Hay mucho que se
observa y calla. Los párrocos advierten que declina la asistencia de fieles a
los templos y que un fermento de recelo crece contra el clero, mejor dicho
contra la jerarquía, la que bendijo las
bombas homicidas de junio de 1955 y calló ante los fusilamientos de 1956, la
que condenó a los “terroristas” peronistas por una pastoral, pero halagando a
los terroristas castrenses que producen más muertes y daño sin
justificación alguna y sin castigo.
Los más sagaces, los
estudiosos que saben historia, comprenden que el mundo vive un momento de
grandes transformaciones. A raíz de ello Juan
XXIII desea “poner a la iglesia a tono con el siglo XX”, mientras aquí se
nos pretende hacer retroceder aun más. Pero nada atajará el proceso y cuando
pierdan el tren quedarán sin vigencia.
La jerarquía de la
Iglesia está mintiendo con su accionar diario de la neutralidad, según sus
palabras, “no ha entendido en un sentido
puramente pasivo, como si el deber del Papa se limitase a observar los
acontecimientos y a mantenerse en silencio…”.
Para actuar como
pastor se requiere grandeza, valor y plena conciencia de esa misión de milicia
y lucha. A quienes crean que no es así, le refrescaremos algo la memoria, con
las palabras sagradas.
Israel quiere
decir “Dios pelea”. En el Exodo (XV) Moisés llama a Jehová “Fortaleza del
Pueblo”, “Varón de Guerra” y “Vencedor de la Caballería Egipcia”. Asimismo,
Jehová es “Jefe de los Ejércitos de Israel” y su tarea era combatir la opresión
y la injusticia. Macabeo significa “martillo”, “martillo para
machacar a los enemigos”. Y Judas Macabeo ben Matatias castigaba
implacablemente a todos los pueblos paganos que vejaban a los judíos, llevando esta
inscripción en su estandarte: “La mejor forma de bendecir a Dios es
combatiendo al tirano”. Y dice: “Aparejados estamos a morir antes que
violar las leyes patrias que Dios nos ha dado”.
Hasta las mujeres se
han desempeñado con las armas en la mano. Baste recordar a Santa Catalina, Patrona de Roma, que en defensa del Papa se convirtió
en lo que hoy llamaríamos guerrillera, o Santa Teresa de Ávila luchando por las murallas de su ciudad. Y
también podríamos mencionar a Santa Juana de Arco.
Más no
es sólo en la Biblia donde a diario hallamos ejemplos edificantes. En el mundo
de hoy también los encontramos pero fuera de nuestras fronteras. Del caso del
Papa, ni qué decir. Además, vimos la heroica actitud del Obispo de Goa (enclave colonial en la India), al enfrentarse a los
ocupantes portugueses.
En
varios países de América el clero apoya la reforma agraria. En Chile, hace un año que la Iglesia comenzó a ejecutar un plan para
vender todas sus tierras propias, sin excepción, a quienes la trabajan
diariamente, pagaderas en 30 años.
Y en
el vecino Brasil el anciano Cardenal Arzobispo de Río de Janeiro, Jaime de
Barros Cámara, goza de inmensa popularidad porque él personalmente reclama la
liberación de los humildes. Este prelado bien americano llama a las cosas
por su nombre y acaba de declarar que “la
Alianza para el Progreso está muerta”.
Y agregó: “Nuestros ricos en Latinoamérica piden muchas reformas pero llaman
comunistas a aquellos que deciden llevarlas a cabo. Ellos continúan poseyendo
el 80% de la tierra; y en todos los casos, defienden a las dictaduras
impuestas, controlan parlamentos y sus grados de idealismo y fe en el futuro
está medido por sus depósitos en Estados Unidos y bancos europeos”.
Expresándose
en estos términos se procede ad mejorem gloria dei
(para mayor gloria de Dios). ¡Cómo nos gustaría que nuestros Cardenales
hablaran así! ¡Con qué orgullo diríamos aquí los católicos argentinos como en
San Pedro: “¡Duos testes habet et bene
pendentes!”.
Enrique Oliva, desde la cárcel de
Resistencia (Chaco), mayo de 1961.
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