jueves, 25 de marzo de 2010

TRES POEMAS DE ODISEO ELYTIS

SOL EL PRIMERO

No conozco ya la noche, terrible anonimia de la muerte.
En lo hondo de mi alma ancla una flota de estrellas.
Véspero, centinela, brilla junto a la celeste
brisa de una isla que me sueña
para que anuncie yo el alba desde sus altas rocas.
Mis dos ojos en abrazo te navegan, con el astro
de mi verdadero corazón: no conozco ya la noche.

No conozco ya los nombres de un mundo que me niega.
Nítidamente leo las conchas, las hojas, las estrellas.
El rencor me es superfluo en las sendas del cielo.
Salvo que sea el sueño, que me vuelve a mirar
cruzar con lágrimas, el mar de la inmortalidad.
Véspero bajo el arco de tu fuego de oro,
La noche, que es sólo noche, no la conozco ya.

TIEMPOS SERENOS



Un nombre fresco cual si en el mar hubiese crecido
o hubiera vivido con una azulada primavera en el pecho
trae al mundo cerca. Y es el día
en cuyo interior ha comenzado el íntimo
Orto que olvidó las lágrimas,
mostrando en los espacios de los ojos
terrenales fragmentos de felicidad.

SALMO PRIMERO


Heme aquí pues,
el creado para las niñas y las islas del Egeo;
el amante de los saltos de las corzas
y sacerdote de las hojas del olivo;
el bebedor de sol y cazador de saltamontes.

Heme aquí justo al frente
del traje negro de los decididos
y del vientre vacío de los años, que abortó a sus hijos,
del grito del celo.
Una brisa disuelve los elementos y un trueno golpea las montañas,
¡Suerte de los inocentes, de nuevo sola, hete aquí, en los Estrechos!

En los Estrechos mis manos vacié
y otras riquezas no ví, y otras riquezas no oí,
sino fuentes frías que manan
granadas o Céfiros o besos.
“Cada uno y su arma”, dije:
en los Estrechos mis granadas abriré.
En los Estrechos, guardianes a los Céfiros pondré.
¡Liberaré los viejos besos que mi anhelo ha consagrado!
Una brisa disuelve los elementos y un relámpago golpea las montañas.
¡Suerte de los inocentes, eres mi propia suerte!

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