lunes, 11 de mayo de 2015

DEMONIO MERIDIANO Y OTRAS EXPRESIONES VINCULADAS

MODISMOS SOBRE EL 
DEMONIO MERIDIANO 

En Francia se usaba la frase démon du midi (demonio del mediodía, demonio meridiano) para hacer referencia al rey Felipe II de España: demonio que todo lo trastorna produciendo malestar y acedia. 

La expresión between good and evil se utilizo característicamente para señalar la rivalidad entre Francia e Inglaterra allá por los siglos XVII y XVIII. Ahora bien, luego de lo anterior y especulando, la expresión "entre el diablo y el mar azul" podría provenir de una frase del ingles quizá semejante a la siguiente construcción: between blues and blue, que aquí logramos mediante un juego semántico: Blue, entre otras cosas significa por sustitución, el mar, y por asociación, cualquiera de los miembros del ejercito confederado de los Estados Unidos durante la guerra de secesión.

En cambio blues, como blue, significa un estado de depresión y melancolía, pero también resulta de la forma corta (apócope) de blue devils, expresión informal para designar los sentimientos suscitados en dicho estado anímico. Y no sólo eso, blues es el nombre de un estilo de jazz desarrollado por los esclavos negros del sur de Estados Unidos. Entonces, es posible que tal frase, between blues and blue, acuñada aquí a partir de una especulación idiomática, haga referencia sobre todo y más bien a una situación (ideológica) indeterminada entre el liberalismo y el esclavismo (por no decir conservadurismo). 

De existir alguna relación entre nuestras especulaciones y la frase originalmente utilizada por Usigli, esto daría mayor sentido, creemos, a la frase de Gilda citada más arriba, en la obra de Usigli que aquí se analiza, cuando alude a Carlos como "el Lincoln de la familia".

En castellano existen otras frases semejantes, una de ellas la utiliza el mismo Usigli: "entre azul y buenas noches"; pero quizá la más antigua es aquella que versa: "está como el alma de Garibay", modismo que quiere significar la falta de estabilidad, de lugar fijo o adecuado a la condición social, moral o física de una persona. También suele aplicarse tal locución a los individuos vacilantes, boquiabiertos, irresolutos o totalmente abúlicos. 

Esta frase, repetida desde el siglo XVI, se refiere a la figura de un supuesto noble vascongado que fue objeto de los amores de una mujer fea, vieja, maldiciente, chismosa, avara, contrahecha y vengativa, a la que correspondió con excesiva benignidad. Una vez muerto Garibay, añade la leyenda (que rescata, entre otros autores, Miguel Ángel de Quevedo), en el cielo no le admitieron por pecador y en el infierno tampoco le dieron entrada por tonto y majadero. 


Esteban Garibay y Zamalloa fue un eminente historiador vascongado, llamado por el rey Felipe II a Valladolid para hacerse cargo de la biblioteca de cámara y como cronista del reino. Falleció cuando acababa el siglo XVI después de haberse distinguido por una gran labor historiográfica. 

El caserón donde vivió permaneció en silencio y olvido durante muchos años, corriendo el rumor de que por las noches este caserón se poblaba de numerosos ruidos que además se aseguraba a nivel popular eran producidos por el alma errática del ilustre Garibay, de quien aseguraban las gentes, no hallaba reposo ni en el cielo ni en el infierno, siendo ésta la causa de que nadie se atreviera a ocupar dicho caserón. 

Pero esto no hubiera tenido importancia, y pasado de ser una anécdota más del chismorreo popular, si no fuera porque esta leyenda tomó forma de refrán alusivo a todo aquél que, indeciso o intranquilo, ni hace ni deshace, ni toma partido por nada, es decir: “Como el alma de Garibay, que no la quiso ni Dios ni el diablo”. 

Muchas son las citas en nuestra literatura hispana que hacen mención a este refrán, el cual lo encontramos en boca del archidiablo personaje creado por Francisco de Quevedo quien dice: 

“... es el alma de Garibay, que nunca fue lo bastante loco ni lo bastante cuerdo, ni lo bastante malo. En cosas de Justicias y Gobiernos tampoco se atrevió a estar entero con ninguno de los dos bandos. Y ahora no lo quieren ni en el cielo ni en el infierno”.

Tomado de http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/mcluhan/dos.htm





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