viernes, 13 de noviembre de 2015

EL ÁRBOL DE LA VIDA - ATHANASIUS KIRCHER

UN SÍMBOLO CENTRAL EN LA CÁBALA: 
EL ÁRBOL DE LA VIDA

El Árbol de la Vida es un diagrama Qabalístico que presenta los diez aspectos fundamentales de la Vida Poder y sus relaciones entre sí. Consta de diez círculos en cierto arreglo geométrico. Estos se encuentran unidos por ventidós canales. Los diez círculos son los diez Sephirots Qabalísticos. Los veintidós canales corresponden a las veintidós letras del alfabeto hebreo. El diagrama total es, por consiguiente, 
representativo de los treinta y dos Senderos Qabalísticos de Sabiduría. 

El Árbol de la Vida es un diagrama simbólico, que representa al "Hijo de una Mujer" quien es, también, el "Hijo del Fuego". Esto es precisamente lo que el Árbol de la Vida es en realidad, porque es común en la tradición cabalística que el Árbol de la Vida representa al Hombre Arquetípico o al Gran Hombre, que es el arquitecto del universo. En Masonería, este Maestro Constructor está representado por Hiram Abiff y en el Cristianismo Gnóstico por el Logos o Verbo.

Una de las tantas representaciones de El Arbol de la Vida (1652) fue realizado por el sacerdote Athanasius Kircher en Oedipus Aegyptiacus, obra cumbre de la egiptología.


Athanasius Kircher S.J. (castellanizado como Atanasio Kircher y erróneamente pronunciado como Kirchner; Geisa, abadía de Fulda en Hesse, 2 de mayo de 1601 o 1602- Roma, 27 o 28 de noviembre de 1680) fue sacerdote jesuita, políglota, erudito, estudioso orientalista, de espíritu enciclopédico y uno de los científicos más importantes de la época barroca.
Empezó estudiando humanidades en el colegio jesuita de Fulda e ingresó a los dieciséis años, el 2 de octubre de 1618, en el seminario jesuita de Paderborn, destacando en ciencias naturales y lenguas clásicas; en 1628 fue ordenado sacerdote de la Compañía de Jesús; allí fue donde aprendió griego y hebreo a la perfección y profundizó sus estudios de humanidades, ciencias naturales y matemáticas, complementándolos con filosofía en Colonia.
Como el mismísimo Plinio el Viejo el año 79 d. C., descendió con una cuerda al cráter del Vesubio para determinar las dimensiones exactas del mismo y su estructura interna. Todos estos trabajos dieron lugar a su obra El mundo subterráneo (1664 - 1665). Además del vulcanismo, investigó el magnetismo, la luz y los fenómenos a ellos asociados (la piedra imán, el ojo, la óptica, las lentes, los espejos, la refracción, la linterna mágica..).






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