martes, 19 de enero de 2016

EL TIEMPO Y LA ESPERA. PEDRO CASALDÁLIGA. I PARTE: SONETOS

EL TIEMPO Y LA ESPERA
PEDRO CASALDÁLIGA


A los pobres,
a los mártires,
a los contemplativos,
a los militantes
y a los teólogos
de la liberación,
por quienes y con quienes
-por Él, con Él y en Él-
el tiempo se hace cristiano
y la espera esperanzada.


I. SONETOS

IDENTIDAD

Si no sabéis quién soy. Si os desconcierta
la amalgama de amores que cultivo:
una flor para el Che, toda la huerta
para el Dios de Jesús. Si me desvivo

por bendecir una alambrada abierta
y el mito de una aldea redivivo.
Si tiento a Dios por Nicaragua alerta,
por este Continente aún cautivo.

Si ofrezco el Pan y el Vino en mis altares
sobre un mantel de manos populares...
Sabed: del Pueblo vengo, al Reino voy.

¡Tenedme por latinoamericano,
tenedme simplemente por cristiano,
si me creéis y no sabéis quién soy!

EN ÉXODO

La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo como se acerca Tú Venida.

Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tú vida.

Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama Tú paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.

CLARIDAD

Decir el pan, la lucha, el gozo, el llanto,
el monótono sol, la noche ciega.
Verter la vida en libación de canto,
vino en la paz y sangre en la refriega.

Desnuda al viento mi palabra os llega.
Sobre la plaza de la fiesta canto.
Pido que todos entren en la siega.
Vengo a espantar las fieras del espanto.

Mediterráneamente luminosa
escancio en mi palabra cada cosa,
vaso de luz y agua de verdad.

Si el Verbo se hace carne verdadera,
no creo en la palabra que adultera.
Yo hago profesión de claridad.

SONETILLO YO

Catorce surcos de tierra,
catorce ríos de sangre,
catorce almenas en vela
y el sueño en catorce mares.

Catorce vuelos sin nido,
paloma en catorce aras,
catorce noches testigo,
catorce veces el alba.

La muerte sobre el camino,
el Pueblo por compañía
y el Viento por toda voz.

Como un silencio que digo,
catorce versos mi vida,
catorce versos y Dios.

SILENCIO HABLADO

Si amar es mi costumbre,
la tengo mal sabida:
llena de muchedumbre,
sola de mí mi vida.

La guerra fue mi lumbre;
mi madre, la partida.
Velo mi mansedumbre
como una espada herida.

Derramando palabras,
de mis silencios vengo
y a mis silencios voy.

Y en Tus silencios labras
el grito que sostengo
y el silencio que soy.

NO TE HE NEGADO


Por causa de Tú causa me destrozo
como un navío, viejo de aventura,
pero arbolando ya el joven gozo
de quien corona fiel la singladura.

Fiel, fiel..., es un decir. El tiempo dura
y el puerto todavía es un esbozo
entre las brumas de esta Edad oscura
que anega el mar en sangre y en sollozo.

Siempre esperé Tú paz. No Te he negado,
aunque negué el amor de muchos modos
y zozobré teniéndote a mi lado.

No pagaré mis deudas; no me cobres.
Si no he sabido hallarte siempre en todos,
nunca dejé de amarte en los más pobres.

CARTA DE NAVEGAR
(Por el Tocantins amazónico)

«Leer las aguas» será siempre un sueño
mayor que mis estudios. No consigo
leerme por debajo, serme dueño,
tenerlas todas, a la vez, conmigo.

Flotan sombras de mí, maderas muertas.
Pero la estrella nace sin reproche
sobre las manos de este niño, expertas,
que conquistan las aguas y la noche.

Me ha de bastar saber que Tú me sabes
entero, desde antes de mis días;
que en Ti voy siendo la verdad que hago;

que has puesto en mis tesoros y en mis llaves
Tus luminosos ojos por vigías
¡y que eres mi Camino de Santiago!

CALUMNIA, QUE ALGUIEN QUEDA

Voy a engarzar en paz esas espinas
entre las rosas todavía nuevas.
Mi voluntad rendida Tú examinas,
Tú mi holocausto sin retorno pruebas.

Tus manos han ceñido mis riñones
desde la mocedad. Te ha reservado
mi corazón la flor de sus carbones.
Si he amado, Señor, a Ti te he amado.

Mi opción de eunuco por el Reino ostento
sobre esta frágil condición de hombre,
capaz, con todo, de acoger Tu aliento.

Cuando el lagar su desazón concluya,
Tú salvarás la causa de mi nombre
que sólo quiere ser la Causa Tuya.

ELLA VENDRÁ

Ya la acogí, en las sombras, muchas veces
y la temí rondándome, callada.
No era el vino nupcial, eran sus heces;
era el miedo al amor, más que la amada.

Pero sé que vendrá. Confío en ella,
amada fiel de todos y maldita.
No hay modo de escapar a su querella.
Sin hora y sin lugar, ella es la cita.

Vendrá. Saldrá de mí. La llevo dentro
desde que soy. Y voy hacia su encuentro
con todo el peso de mis años vivos.

Pero vendrá... para pasar de largo.
Y en la centella de su beso amargo
vendremos Dios y yo definitivos.

COMO UN RÍO
(Por el Río das Mortes)

Como un río que me invade mansamente.
Que penetro, deslumbrado. Como un río
que me arrastra, poderoso, en su corriente
mientras abro, libremente, el curso es mío.

Como un río que respeta mis orillas.
Con el cielo todo entero en su regazo.
Que yo sigo, por las noches, de rodillas
y circundo, bajo el sol, con un abrazo.

Como un río que me acuna, que me sacia.
Que yo invento con las aguas de Su gracia.
Como un río ya llegado y por llegar.

Donde muere el día y nace el día nuevo.
Como un río que me lleva y que yo llevo.
Como un río que se sabe río y mar.

AGUSTINIANO

«Ámame más, Señor, para quererte».
Búscame más, para mejor hallarte.
Desasosiégame, por no buscarte.
Desasosiégame, por retenerte.


Pódame más, para más florecerte.
Desnúdame, para no disfrazarte.
Enséñame a acoger, para esperarte.
Mírame en todos, para en todos verte.


¡Por los que no han sabido sospecharte,
por los que tienen miedo de encontrarte,
por los que piensan que ya te han perdido,


por todos los que esperas en la muerte,
quiero cantarte, Amor, agradecido,
porque siempre acabamos por vencerte!

VERSIÓN DE DIOS

En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su Verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.

Mayor que todo dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor Lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.

El Unigénito venido a menos
traspone la distancia en un vagido;
calla la Gloria y el Amor explana;

Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡versión de Dios en pequeñez humana!


JESÚS DE NAZARET

¿Cómo dejarte ser sólo Tú mismo,
sin reducirte, sin manipularte?
¿Cómo, creyendo en Ti, no proclamarte
igual, mayor, mejor que el Cristianismo?

Cosechador de riesgos y de dudas,
debelador de todos los poderes,
Tu carne y Tu verdad en cruz, desnudas,
contradicción y paz, ¡eres quien eres!

Jesús de Nazaret, hijo y hermano,
viviente en Dios y pan en nuestra mano,
camino y compañero de jornada,

Libertador total de nuestras vidas
que vienes, junto al mar, con la alborada,
las brasas y las llagas encendidas.

ESPÉRAME TAMBIÉN

Porque lo espero a El, y porque espero
que, al encontrarlo, todos nos veamos
restablecidos por el sol primero
y el corazón seguro de que amamos;

porque no acepto esa mirada fría
y creo en el rescoldo que ella esconde;
porque tu soledad también es mía;
y todo yo soy una herida, donde

alguna sangre mana; y donde espera
un muerto, yo reclamo primavera,
muerto con él ya antes de mi muerte;

porque aprendí a esperar a contramano
de tanta decepción: te juro, hermano,
que espero tanto verLo como verte.

GRATUIDAD

Os desvivís para morir de hastío
delante de la Esfinge que bosteza.
La gran Ciudad os ha secado el río.
Sois cauces de orfandad y de impureza.

Aquí, la luna cruza el Araguaia;
los ojos a su encuentro, como remos,
y el corazón tendiéndole su playa.
Hijos del cielo, de Belleza ardemos,

libres aún para cantar Su Nombre
y el Universo que Su Mano escribe,
las cosas escanciadas, una a una.

Comer, sumar, poder, no es todo el Hombre.
No sólo de progreso el Hombre vive,
vive también de Dios y de la Luna.

AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES

Será una paz armada, compañeros,
será toda la vida esta batalla;
que el cráter de la carne sólo calla
cuando la muerte acalla sus braseros.

Sin lumbre en el hogar y el sueño mudo,
sin hijos las rodillas y la boca,
a veces sentiréis que el hielo os toca,
la soledad os besará a menudo.

No es que dejéis el corazón sin bodas.
Habréis de amarlo todo, todos, todas,
discípulos de Aquel que amó primero.

Perdida por el Reino y conquistada,
será una paz tan libre como armada,
será el Amor amado a cuerpo entero.

MAR DE SÃO MATEUS

Azul la paz, al menos este día,
la lengua pertinaz de blanca espuma,
olas, miradas, velas, vuelos suma,
llamándome, inviable lejanía.

Anchieta con sus versos por la arena,
las tribus con sus huesos por la muerte,
mi corazón como una playa inerte
ante los pobres entre sol y pena.

El mar que soy, el mar que me convida,
de donde viene, a donde va mi vida,
el mar que nunca habré de terminar.

Volviéndome, envolviéndome en sí mismo,
roca, horizonte, singladura, abismo,
el mar aún, de nuevo, siempre el mar.

AL CIPRÉS DE ITAICÍ

Capucha, el sol latinoamericano.
La asceta soledad estalla en flores.
Pero no dejará de ser hermano
de todos los cipreses rezadores.

Savia del Pueblo, lluvia de Tu Gracia,
ora y convoca, vela y desafía.
Cirio pascual de verde pertinacia,
horada las tinieblas y abre el día.

Ciprés también, acógelo, Señor:
¡el mismo anhelo lo levanta a Ti!
Allá, mudo el ciprés en el fervor

de Silos. ¿Todavía mudo? Aquí,
aljaba de combates, el clamor
de este ciprés profeta de Itaicí.

REBAÑO DE BECERROS

Marejadas de furias, domeñada
por la voz de un vaquero y el estío,
manada sois y moriréis manada,
yerta la sangre y humillado el brío.

Cueros de cal en serie, la alambrada
os delimita el mundo con su hastío.
Carga, divisas, carne congelada,
no ha de salvaros este verso mío.

No me miréis, atónitas preguntas.
Rendid la inútil lira de dos puntas.
En vano mugiréis contra la suerte.

Sin libertad, sin hijos, sin arenas,
número y peso os toca ser apenas
para engordar los lucros de la muerte.

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