viernes, 8 de enero de 2016

LA DIOSA BLANCA: UN TRATADO DE GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL LENGUAJE POÉTICO DEL MITO

La Diosa Blanca (The White Godess) 
Robert Graves (1895-1985)

La Diosa Blanca (The White Godess) es un tratado poético-mitológico del escritor inglés Robert Graves, publicado en 1948.

La Diosa Blanca es un libro de vital importancia, no sólo para el amante de la mitología, sino para todos aquellos que aspiren a convertirse en escritores. En efecto, Robert Graves parece encontrar aquí el secreto detrás de todas las obras que nos conmueven.

La hipótesis es la siguiente: existe una Diosa de muchos rostros, adorada por los paganos bajo innumerables nombres. Es, a la vez, tierna y pavorosa, piadosa y terrible, su mano oscila entre la calidez de la naturaleza y sus facetas más hostiles. 

Es, en resumen, el Todo en lo Sutil, el Universo en lo ínfimo. El escritor, asegura Robert Graves, debe elegir entre encauzar su obra con la marea implacable de la Diosa Blanca, o bien perecer al chocar contra ella. Si decide lo segundo, su obra podrá ser alabada por la crítica, leída hasta el hartazgo en una cola de supermercado, pero nunca logrará conmover. En cambio, si elige el camino de la Diosa Blanca, su obra será maldita, temida por los hombres, despreciada, leída en secreto, pero alcanzará el objetivo más alto y puro del arte: conmover.

Robert Graves define La Diosa Blanca como una "gramática histórica del lenguaje poético del mito". Su hipótesis se construye sobre la mitología y poesía de Gales e Irlanda, aunque se expande a casi toda la Europa pagana. Apoyándose en la lingüística, Graves argumenta que la adoración de aquella Diosa multiforme encierra el secreto de toda expresión artística que sobrevive al tiempo.


Hubo, desde ya, críticas feroces sobre el libro; incluso se acusó a Graves de ser psicológicamente incapaz de interpretar los mitos que alude. Éste respondió con un argumento magistral, demostrando que el concepto de "Religión Matriarcal" como origen de todas las mitologías y creencias, se extiende desde los mitos y leyendas más antiguos hasta los estudios más respetables de su época, apoyándose, además, en la monumental obra de Sir James Frazer: La rama dorada (The golden bough). 

Para mayor indignación, Robert Graves incluye al cristianismo en su hipótesis de trabajo, señalando que el único elemento original del cristianismo es la figura de Jesús, pero el Jesús humano, el Jesús rabí; no ya el hijo de Dios, en cuya labor encarna perfectamente lo que se espera de todo héroe mitológico.

La Diosa Blanca, como decíamos, estudia el lenguaje poético y el lenguaje mitológico en su vínculo más pretérito: el culto a la Diosa. 

Robert Graves traza un estudio profundo sobre la cuestión, aportando pruebas basadas únicamente en la intuición, según él, la única herramienta realmente confiable al momento de penetrar en el lenguaje onírico del mito y la poesía. 

Explica, por ejemplo, la caída de la Diosa a manos del culto monoteísta; y la lenta pero eficaz demonización de la mujer como entidad impura, menor, degenerada; estigmas que persisten aún hoy, y que persistirán -profetiza- si continuamos viviendo dentro de la estructura mental planteada por las religiones occidentales.

El culto a la Diosa Blanca no es, hay que decirlo, una deificación de la mujer, sino la adoración al Todo en su múltiple faz de Madre, Hija y Amante. Rober Graves, además, incluye un novedoso sistema de interpretación y traducción del lenguaje mítico, al que llama Iconotropía (movimiento del símbolo). 

La metodología requiere un vasto conocimiento mitológico, pero también la intuición de los poetas. Se aplica retrocediendo el discurso, un mito o un poema, por ejemplo, a sus imágenes estructurales. De este modo, vocifera Graves, es posible captar la esencia de todos los mitos y poemas afines con la Diosa Blanca, pues sólo ellos poseen raíces lo suficientemente profundas como para someterlas a este método.

La Diosa Blanca nos detalla el origen ancestral de los arquetipos, de los alfabetos como versión desmejorada de los antiguos íconos paganos. Pronto surge una maravillosa lengua hecha de árboles y estrellas, que, a su vez, encarna distintos valores, sabidurías y maldiciones. El mito como origen, como fuente de la humanidad, sobreviviendo a duras penas en nuestros tiempos, dormido y anestesiado en los versos infames de algún poeta proscrito.

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